Ni el trauma social del confinamiento, ni las duras consecuencias de una crisis que se augura devastadora parecen amansar las tensas relaciones entre el Gobierno y el PP. El Ejecutivo ya no habla de «Pactos de la Moncloa» pero, más allá de las marcas concretas, sigue determinado a tejer un consenso global para reconstruir el país tras la pandemia. No hay pistas que indiquen que el plan vaya a prosperar. Más bien lo contrario, a tenor del enésimo desencuentro que llega incluso antes de que Pedro Sánchez y Pablo Casado se pongan en contacto. Cuando ayer la Moncloa hizo público que el presidente ha previsto contactar mañana con el jefe de la oposición (y a lo largo de ese día y del viernes con el resto de partidos) los conservadores mostraron su indignación. No es que rechacen la cita, al menos por ahora. Pero critican que el gabinete presidencial no cerrase con ellos el encuentro antes de anunciarlo.

Mientras el Gobierno pedía crear un mínimo clima de entendimiento, el PP respondía, en un duro comunicado, que el presidente actúa con «arrogancia» y «nula voluntad de pacto».

En la sede de los populares, el anuncio de los días de las llamadas disparó el malestar. Casado dejó pasar las horas para ver si alguien del Ejecutivo se ponía en contacto con su gabinete para comunicarle directamente la cita, pero solo llegó un SMS al móvil de una de sus colaboradoras. Ya por la tarde, su jefe de gabinete, el también diputado popular Pablo Hispán, telefoneó a Iván Redondo, su homólogo en la Moncloa, para expresarle su queja por las formas. A esas horas, Casado no sabía ni el formato de la supuesta reunión propuesta por Sánchez ni los asistentes. Según fuentes de la dirección de los conservadores, Redondo quitó importancia a la manera en que discurrió el anuncio.

Por la noche, el PP insistió en que, si Sánchez quiere reunirse con Casado, debe acordar «de forma conjunta una fecha en los próximos días».

Antes de que arranquen las conversaciones Sánchez y Casado se verán las caras hoy, en la sesión de control del Congreso. Nada augura un debate de guante blanco. La Moncloa no ha concretado cuáles son los contenidos que quiere incluir en esos pactos. Alega que esta es una primera fase en la que se debe constatar que los partidos dialogan sin poner «excusas».