Pedro Sánchez trata hoy de tejer alianzas con la oposición para llegar a un pacto global que permita reconstruir el país tras una crisis que va camino de ser la más dura que España atraviese desde la guerra civil. El intento arranca con resistencias del PP y con la negativa de Vox, dos partidos que azuzan el clima de confrontación al acusar al presidente de aprovechar la pandemia para aferrarse a un poder de inspiración comunista. El tiempo dirá si los partidos están o no a la altura de la unidad que reclama masivamente la ciudadanía, pero, de momento, la actitud de la derecha aleja el acuerdo.

Pablo Casado, ofendido porque el Gobierno no le comunicó con antelación la pretensión de Sánchez de hablar hoy con él, dio plantón a la cita y, según dice, no atenderá al jefe del Ejecutivo hasta la semana que viene. El día está por concretar, pero el Gobierno no va a esperarle. Sánchez se reunirá hoy por videoconferencia con la presidenta de Cs, Inés Arrimadas; el portavoz del PNV, Aitor Esteban; la diputada de JxCat, Laura Borràs y el líder de Más País, Íñigo Errejón.

Para mañana están programadas citas con Bildu y ERC, que todavía no han manifestado qué harán. La Moncloa agradece la disponibilidad de la mayoría de partidos. Algunas voces gubernamentales recuerdan que tampoco la derecha fue especialmente rápida en apoyar el proyecto que sería luego el primer gran consenso de la democracia y que ahora se arroga como propio: la Constitución. En todo caso el Ejecutivo urge a Casado a moverse «cuanto antes», alegando que «cada minuto cuenta». Y le da opción de abrir agenda «mañana, el viernes o el sábado».

PRIMERA RONDA / La primera ronda de contactos empezará, pues, sin el principal partido de la oposición, resentido por el modo en que se siente tratado por el Gobierno. Si es excusa o una justa reivindicación es algo abierto a reflexiones.

En lo práctico, el PP confirmó en una nota que la cita con Casado tendrá que esperar a la próxima semana y criticó que no haya un orden del día. En el Ejecutivo se temían una reacción similar. De buena mañana, el tono del líder de los conservadores en la sesión de control del Congreso ya había sido muy duro.

Desde el hemiciclo, Casado se dijo dispuesto a hablar de pactos pero no en el formato ni con la dimensión que plantea Sánchez, sino que trató de derivar toda entente a contactos en el Parlamento, en foros de deliberación que ya existen: la conferencia de presidentes, las reuniones del pacto de Toledo o la subcomisión del pacto educativo. Dijo además querer esas negociaciones con «luz y taquígrafos», aunque el modo propuesto rebaja la pretensión de un gran pacto y lo reduce a acuerdos sectoriales.

La intervención de Casado fue dura. Comenzó su parlamento con una acusación dirigida al Gobierno. «Voy a contar lo que siempre olvida en su Aló, Presidente semanal sobre el coronavirus: España ya es el país del mundo con más fallecidos por habitante, 18.000, y el país con más sanitarios contagiados del mundo por culpa de una nefasta política de compra de material sanitario».

REGALAR PACTOS / Casado no parece dispuesto a regalar la medalla de un pacto global a Pedro Sánchez. En su discurso, sembró dudas sobre la honestidad del presidente y su gestión al frente de la pandemia: «A usted solo le importa el poder y a nosotros en cambio solo nos importan los españoles».

El Ejecutivo busca surfear la bronca sin entrar en una guerra dialéctica. «Créame si le digo de corazón que los fallecidos los siento como propios y tendrán su merecido reconocimiento una vez sea la victoria total», se comprometió Sánchez cuando Casado le reclamó honrar a los muertos. Una y otra vez tendió el guante para un acuerdo global que considera «imprescindible». No hay hoja de ruta definida, pero el Gobierno entiende que la salida de la crisis debe ser «social» y basada en los derechos de la Constitución.