No le ha valido de nada al ex-preso de Guantánamo Lahcen Ikassrien la condena de todo tipo de terrorismo de cualquier país o religión que realizó al comienzo del juicio. La Sección Primera de lo Penal de la Audiencia Nacional lo ha condenado a 11 años y medio de cárcel por integración en organización terrorista, en grado de dirigente, y falsedad en documento oficial. Los otros ocho acusados han sido condenados a ocho años de cárcel por formar parte de la célula de la que era responsable.

El tribunal considera probado que los nueve acusados, junto con otras personas en situación de rebeldía, desplazadas en zonas de conflicto, constituían “una auténtica plataforma de envío de combatientes yihadistas”.

Formaban un grupo autodenominado ‘Brigada Al Andalus’, localizado principalmente en Madrid, y desde principios de 2011 hasta su desarticulación, en junio de 2014, realizaron labores de captación, radicalización, adoctrinamiento y posterior envío de voluntarios yihadistas para llevar a cabo acciones operativas de naturaleza terrorista, “integrados en las franquicias de Al Qaeda”.

La sentencia, de 183 páginas, describe la operativa de este grupo, donde existía un núcleo directivo, encabezado por Lahcen Ikassrien, y un núcleo de personas captadas para desplazarse a Siria, entre los que figuraban también los que previamente habían realizado labores de adoctrinamiento.

Ikassrien, alias ‘Hassan’, era el referente ideológico del grupo por “sus experiencias”, ya que fue capturado en Afganistán en 2001 por tropas estadounidenses y trasladado a la base de Guantánamo, en Cuba. En 2005 fue trasladado a España. Con el ascendente que tenía sobre el resto de acusados mantenía el grupo cohesionado para realizar la yihad.

PREPARADOS PARA IR A SIRIA

La Sala relata cómo algunos acusados ya tenían pensada y planificada su salida de España con dirección a Siria. Enmascaraban en su entorno familiar ese viaje con supuestos motivos laborales. Algunos estaban dispuestos a salir de forma individual y otros acompañados por sus familias, siguiendo las instrucciones difundidas por la red yihadista, para evitar ser detectados por los servicios de seguridad.

“Todos ellos -describe la sentencia- experimentaron un proceso de radicalización y adoctrinamiento, planificado en distintas fases, en la que en la última, llevada a cabo en reuniones dirigidas por Lahcen Ikassrien, eran sometidos a un proceso de transmisión de ideas religiosas y políticas justificadoras del ideario y las acciones de las organizaciones filiales de Al Qaeda en el conflicto sirio, así como la necesidad de participar activamente e incorporarse como integrantes de las mismas”.

Simultáneamente los acusados realizaban apología del terrorismo a través de las redes sociales. En sus domicilios se incautó numeroso material videográfico, entre el que destaca las imágenes propagandísticas de cómo reciben los hijos del Estado Islámico a sus “hermanos”, los nuevos reclutados.