Diez días de clases ha perdido Takwa Rejeb por culpa de un pañuelo. Por culpa de un pañuelo (que ella lleva utilizando sin mayor problema desde hace ocho años) y de los responsables del instituto en el que estudia, que consideraban que esa prenda contravenía el reglamento interno del centro. Y en estos 10 días la joven valenciana, hija de una familia de origen tunecino, ha conseguido que su caso saltara a la opinión pública, que se reabriera el debate sobre cómo compatibilizar el uso de determinados signos religiosos en las escuelas y que, finalmente, la Conselleria d’Educació de la Generalitat Valenciana zanjara la polémica garantizádole “el derecho a la enseñanza y a asistir con el hiyab en todas las clases lectivas".

“Estoy contenta, muy satisfecha, sí. Esto es un avance del que me siento orgullosa”, confiesa la joven en conversación telefónica con este diario. Este martes Takwa regresa a clase, al instituto IES Benlliure de València, donde va a cursar un ciclo superior de formación profesional sobre Gestión de Eventos y Agencias de Viajes. “Espero que, además de respetar mis derechos y mi identidad, todo esto sirva también para abrir puertas a que chicas musulmanas más jóvenes, que no se atreven a contradecir estas normas, dejen de tener problemas por llevar pañuelo”, apunta. Ella, asegura, se puso el velo a los 15 años por decisión propia.

Takwa partía con cierta ventaja respecto a otras chicas de menos edad o menos atrevidas. “Yo ya tengo 23 años y me he graduado ya en la universidad, en Relaciones Laborales y Recursos Humanos, concretamente. Si ahora vuelvo a un centro de secundaria es porque quiero especializarme en temas turísticos y este grado me servirá para seguir con mi formación”, explica. “Me encontraba en una situación en la que podía arriesgarme, ir al por todo o nada”, afirma.

Su batalla empezó el pasado 9 de septiembre, el primer día de curso. “Cuando había ido a matricularme, en julio, nadie me dijo nada sobre el pañuelo, ni las secretarias que me atendieron, muy amablemente por cierto”, cuenta. Así que aquel viernes de vuelta al cole, Takwa acudió a la sesión informativa que el director del instituto ofrecía por la mañana para los nuevos alumnos. “Me equivoqué, porque resultó que mi horario era de tardes, pero aproveché, después de la charla inicial, para acercarme al director y preguntarle cuál iba a ser mi grupo de clase”.

"NO PUEDES VENIR CON ESO"

La respuesta la dejó confundida. “¿Sabes que con eso no vas a poder venir?”, le soltó el docente. “¿Eso? ¿A qué se refiere? ¿Al móvil?”, contestó la joven que en ese momento sostenía el teléfono en la mano. “No, me refiero a eso que llevas en la cabeza”, replicó el director. “¿Al pañuelo?”, prosiguió la chica, que asegura no haberse encontrado nunca antes con ningún impedimento por el hecho de usar el velo. “¿No te has leído el reglamento del instituto?”, concluyó el profesor.

Y eso hizo Takwa. “Llegué a casa al mediodía y me lo leí todo. Y sí, vi que el instituto prohibía utilizar prendas o complementos en la cabeza, como gorras, pero también comprobé que el mismo reglamento habla del derecho a la educación, de la buena convivencia y la tolerancia y de la no discriminación a ningún estudiante”, clama la joven, que reivindica su derecho a vestir como libremente escoja. “Nos enseñan a ser libres, ¿y ahora no me van a dejar serlo?”

La ‘conselleria’ valenciana de Educación ha intervenido después de que el caso saltara a los medios de comunicación y “de tratarlo con los diferentes agentes educativos y sociales implicados en la cuestión", ha señalado el departamento que dirige Vicent Marzà a través de un comunicado. “El máximo objetivo es garantizar el derecho en la educación del alumnado y que son necesarias todo tipo de herramientas para fomentar la convivencia y la diversidad cultural a los centros educativos valencianos", agrega.