Planta como actor no le falta a Pablo Martín Sánchez (Reus, 1977) que intentó serlo e incluso llegó a pasar por el Institut del Teatre, antes de estudiar literatura en la Sorbona de París y dedicarse a la escritura. Debutó con una novela muy aplaudida, 'El anarquista que se llamaba como yo', un descubrimiento de Jaume Vallcorba. Cuatro años después, regresa con 'Tuyo es el mañana' (Acantilado), otra novela deudora de Georges Perec, en el sentido de que parte de un presupuesto aparentemente caprichoso. Si en 'El anarquista…' la vinculación a sí mismo era el nombre de un ignoto ácrata que fue fusilado en los años 20, la novela actual hace referencia a un tiempo, el 18 de marzo de 1977, justo el día en el que nació el escritor. Queda por escribir una tercera entrega que tendrá su lugar de nacimiento como núcleo generador y que muy posiblemente se traslade al futuro, "a una Reus distópica".

Lamenta Martín Sánchez no traer a la cita los rigurosos esquemas de abcisas y coordenadas que realizó para que la colocación de las seis voces que integran esta novela polifónica (entre las que se incluyen, echándole imaginación, la de un galgo, 'Solitario VI', y una mujer, figura estática en el interior de un cuadro) no se pisaran en el tiempo. Porque todo sucede a lo largo de 24 horas y en un periodo, la Transición, que ahora todo el mundo anda revisando. “Pero esta no es una novela política -sostiene el autor- , aunque la política tenga mucha importancia en ella”.

PASADO Y PRESENTE

El momento es clave: tres meses antes de las primeras elecciones, dos antes de la matanza de Atocha, 1.000 manifestaciones en las calles, asesinatos de ETA a mansalva. “Pese a todo, me interesan más los elementos íntimos”, dice, convencido de que la historia real siempre es la suma de las distintas memorias. Muchos de aquellos relatos todavía siguen golpeando el presente, como el tema de los bebés robados durante el franquismo, el acoso escolar, cuando todavía no se llamaba ‘bullying’ y no existía una conciencia colectiva de lo dañina que era o el maltrato animal. "Para mí es muy importante que, a pesar de haber situado mis historias en el pasado, estas tengan un eco en el presente que todavía no se ha cerrado. En la novela aludo a las carreras de galgos, que yo veía desde la ventana de casa de mís tíos en la Meridiana, y eso puede vincularse a la actual polémica sobre el maltrato animal respecto a las corridas de toros que todavía está encima de la mesa".

Martín Sánchez asume el carácter más clásico de su escritura, alejada de las formulaciones pop, más en voga, con las que no se siente nada identificado. “Aún gustándome mucho el cine y la música, no son influencias que yo sienta importantes para mí, solo asumo las literarias, y además no veo series de televisión. Soy un bicho raro", zanja. También comprende que algunos lectores puedan sentir esta novela muy alejada de la anterior, aunque sea ese el efecto buscado. "Hay actores que siempre hacen el mismo papel y otros, como Daniel Day Lewis, que los componen uno tras otro de forma muy distinta, así me siento yo. De todas formas, pese al cambio de registro, algunos de mis amigos que han leído esta novela han dicho que les parece más mía que 'El anarquista…'".