Las grandes plagas son una constante histórica desde la noche de los tiempos. Sumidas en la desesperación, las comunidades atacadas por algún mal desconocido e invisible acertaron a comprender que el aislamiento era la mejor forma de sortear la amenaza y, al mismo tiempo, hicieron fortuna toda clase de terapias inútiles, tratamientos mágicos y la búsqueda de chivos expiatorios que contuvieran la ira divina y el castigo impuesto a los hombres.

Por ejemplo, la pax romana se vio quebrada en el 165 dC por una enfermedad -sarampión o viruela- que las legiones importaron de Oriente. Se estima que causó cinco millones de muertos y se conoce como peste antonina por el apellido de la familia imperial. Los efectos palidecen ante la conocida como plaga de Justiniano, emperador de Bizancio. Sucesivos rebrotes alargaron los padecimientos hasta el 750 y causaron no menos de 25 millones de muertos. Muchos puertos del Mediterráneo infectados quedaron excluidos de las rutas comerciales y se contrajo la economía.

El territorio de Eurasia conoció la peste negra o muerte negra entre 1347 y 1353. Se tiene por la pandemia más mortífera (25 millones de víctimas solo en Europa). Marineros llegados a Mesina fueron los transmisores. La Iglesia acrecentó su influencia en un mundo en el que la religión era ingrediente principal y en no pocas ocasiones desde los púlpitos se alentaron viejos prejuicios.

teorías // Durante el siglo XIX, España fue asolada por epidemias de cólera: 1833-1834, 1855, 1863-1873 y 1885. El total de muertes causadas fue de 800.000. El avance de la ciencia no evitó la difusión de teorías conspiratorias e hipótesis descabelladas.

En marzo de 1918 está documentada la aparición de un brote de gripe en un campamento militar en Kansas. El virus viajó con alguna de las unidades desplazadas a Europa por Estados Unidos durante el último año de la Primera Guerra Mundial, y en agosto se detectó la primera mutación del virus en Francia. Aunque fue la primera pandemia gestionada con criterios modernos, los cálculos estiman que los muertos no bajaron de 40 millones.

A principios de los años 80 del siglo pasado, la pandemia del sida estigmatizó a los homosexuales en términos similares a los que en el pasado afectaron a otras minorías. Proliferaron los predicadores que arremetieron y arremeten aún hoy contra la liberación de costumbres y las nuevas formas de familia.