LLa poesía es una herramienta, de las más efectivas, para dar consuelo en momentos de grandes penas, de pérdidas difíciles en la vida. Aunque tengas cerca a las personas que amas, hay un momento en que estás solo con tu dolor y solo la poesía y la música pueden darte ese consuelo». Sabe bien de qué habla Joan Margarit, que volcó su dolor por la muerte de una hija en los versos de Joana (2002), los únicos, confiesa, que se ha permitido «escribir en caliente».

Ayer, a sus 81 años, alcanzó un nuevo premio a su carrera, el Cervantes, el Olimpo de las letras en castellano. Lo ha logrado con una poesía «profunda», concisa y «exacta», que defiende la belleza, la cultura y la verdad, porque «la poesía no tolera mentiras», recalca, y con la omnipresencia de la vida, la muerte, el amor y la vejez. Para él, «la poesía no debe ser algo que no se entienda».

Poeta bilingüe, del autor de Casa de misericordia, que le valió el Nacional de Poesía del año 2008, el jurado del Cervantes valoró «su obra poética de honda trascendencia y lúcido lenguaje siempre innovador», el haber «enriquecido tanto la lengua española como la lengua catalana» y el representar «la pluralidad de la cultura peninsular en una dimensión universal de gran maestría».

FRANCO Y EL CASTELLANO / Margarit, también arquitecto, comenzó su carrera poética en castellano en 1963 con Cantos para la coral de un hombre solo. No fue hasta los 80 cuando empezó a publicar en lengua catalana, porque, como recuerda: «Tardé 20 años en usarla. Un buen poema, ¿se puede escribir en una lengua que no sea la materna? No. Se puede escribir poesía en dos lenguas, yo lo hago. Porque una es la materna, la catalana, y la otra me la metió Franco a patadas y la llevo dentro, y no pienso devolvérsela».

Desde finales de los 90 simultanea ambas lenguas. «Yo no me traduzco --aclara--. Son dos poemas distintos, cada lengua camina por su lado. El primero debe ser en catalán, la lengua materna. Al cabo de dos días llevo uno en catalán y otro en castellano».