Un ceptómano no es un ladrón, sino una persona enferma, afectada por un conflicto que los manuales psiquiátricos incluyen en el espectro de los trastornos obsesivo compulsivos. Tienen plena conciencia de que están robando y de que se están situando por ello fuera de la ley, pero el impulso que los empuja hacia la sustracción de un objeto, que ni necesitan, ni les interesa, ni suele tener un valor importante, es muy superior a cualquier consejo de su conciencia.

Nada está planificado. El motor de acción de un cleptómano es la necesidad de calmar una poderosa ansiedad que, por episodios anteriores, sabe que desaparecerá en el momento en que se arriesgue robando en público. Actúan por el deseo de sentir el riesgo, ya que esa temeridad calma su agitado estado de ánimo. Consumado el acto, no tienen inconveniente en reconocerlo y pagar por lo sustraído si los cazan en plena secuencia.

Un largo historial

La mayoría, acumulan un largo historial de hurtos, siempre en lugares públicos, como supermercados o grandes almacenes, aunque muy pocos han acudido a un psiquiatra o psicólogo en busca de ayuda. Confían en que las empresas no quieran pleitos y, dado que lo robado no suele tener un gran valor, casi siempre vuelven a casa envueltos en impunidad.

Los objetos robados por una persona con cleptomanía no tienen ningún interés para ellos. Es frecuente que, una vez los poseen, los guarden sin llegar a utilizarlos. "Siempre saben a lo que se arriesgan, y mucho más si se trata de personajes conocidos, pero no tienen la capacidad de inhibirse ante las acciones inadecuadas que sí tiene el resto de individuos --explica el doctor Víctor Pérez-Solá, responsable de Psiquiatría en el Hospital del Mar, de Barcelona-. Pensar 'ahora cogería esta cartera tan bonita' mientras paseas por un gran almacén es algo más frecuente de lo que parece. En un cleptómano, esa idea se convierte en impulso irrefrenable, que aumenta de atractivo en la medida es que es arriesgado".

El robo libera el neurotransmisor serotonina en el cerebro del cleptómano, indican algunos neurólogos. Es una fatal medicina para su ansiedad