Dime de lo que presumes y te diré de lo que careces. Este podría ser el lema de los estands de países que no destacan precisamente por sus esfuerzos en reducción de emisiones y que, pese a ello, han montado instalaciones propias en la Cumbre del Clima para 'vender' al mundo que ellos también contribuyen a reducir el cambio climático. Y es que la llamada COP25 en Madrid es una especie de Fitur, la feria internacional del turismo, donde los países participantes eligen si montan solo unas discretas oficinas para sus delegaciones o pabellones con los que hacer alarde de sus políticas medioambientales.

La India ha optado por la segunda opción, con una pomposa instalación presidida por una pantalla gigante de 180 grados, donde se muestran imágenes de bosques o ciudades indias. Además, una caseta de madera rememora a Mahatma Gandhi y hay frases del pacifista, en letras gigantes, en las paredes que conforman el pabellón. China, otro de los grandes contaminantes del planeta, también dispone de estand con una sala grande de conferencias, cuatro televisiones de plasma y salas de reuniones más pequeñas. Y Japón ha instalado maquetas de molinos eólicos y proyecta mensajes verdes a través de dibujos animados con estética manga.

En este escaparate impostado, solo falta Estados Unidos, que ha optado por unas discretas oficinas tras la decisión de Donald Trump de dar portazo al Acuerdo de París. A partir del día 6, no obstante, representantes de la sociedad civil y políticos estadounidenses, que sí están convencidos de la necesidad de reducir las emisiones, llenarán el vacío con una agenda de actos que desarrollarán en un espacio denominado Centro de Acción Climática de EEUU.

Otros países

Contaminantes aparte, otros estados y organizaciones internacionales también exhiben liderazgo verde. Entre ellos, Tailandia, donde llaman la atención unas sillas de cartón, o Turquía, donde siete tabletas, en unos atractivos atriles, muestran al espectador cómo se hundirán amplias zonas, de los diferentes continentes, según pasa el tiempo si nadie hace nada para impedir los escenarios más dramáticos que predicen los científicos.

Todo es similar a Fitur, pero sin regalos excepto sesudos folletos-, sin aglomeraciones -aunque hay mucha gente entre los miembros de las más de 190 delegaciones y periodistas- y con mensajes más apocalípticos, además de distancias solo aptas para personas en buena forma física.

Papeleras y churros

Pese a que España solo ha tenido tres semanas para organizar la cumbre, este lunes comenzó todo según el guion previsto. Solo unos carteles con la advertencia Atención, cuidado, suelos con desnivel, cada cierto tiempo, dan pistas de que el montaje ha sido precipitado. Pese a ello, la organización no se ha olvidado de colocar papeleras que facilitan el reciclaje y de repartir botellas de cristal reutilizables, gentileza del Canal de Isabel II. Además, la Comunidad de Madrid ofrece tarjetas de transporte público gratuito.

Y como no, a la llegada se repartían churros gratis (y fruta) a los asistentes, que no venían mal teniendo en cuenta que en algunos puestos el precio del bocadillo más la bebida es de casi 10 euros. Eso sí, hay un 'full track' con los madrileños bocatas de calamares. Porque el español no es que se oiga demasiado en una cumbre de la ONU, pero el toque español que no falte.