China impuso las primeras cuarentenas de dos semanas en febrero a todos los llegados al país y la necesidad de blindarse ante los contagios importados tras controlar los locales ha agravado las condiciones. En un principio permitió el confinamiento domiciliario, después ofreció la elección entre aquel y la estancia supervisada en hoteles y ahora estos son obligatorios en la mayoría de los casos. La factura corre a cargo del viajero. En el mes de marzo, China redujo el número de vuelos internacionales y prohibió la entrada de extranjeros. A. FONCILLAS