El Toro de la Vega es un fósil viviente, en esto está todo el mundo de acuerdo. Pero mientras el fósil viviente de Tordesillas es para unos una nobilísima lucha entre el hombre y el animal, para otros es una salvajada. Es lo que tiene ser un torneo medieval.

La Junta de Castilla y León (PP) aprobó ayer un decreto que prohíbe la muerte de reses en presencia de público en espectáculos taurinos populares y tradicionales. El Toro de la Vega es el único de los 13 espectáculos de estas categorías que hay en esa comunidad que incluye la muerte del astado. Entre vetar o proteger el acosado Toro de la Vega, explicó José Antonio de Santiago-Juárez, consejero de la Presidencia, han optado por lo segundo con una fórmula que lo adapta “a la sensibilidad del siglo XXI”.

El alcalde de Tordesillas, el socialista José Antonio González, informó de que el Ayuntamiento recurrirá en los tribunales el decreto en base a que contraviene el espíritu de la ley para la regulación de la tauromaquia como patrimonio cultural. También dijo que cara a la próxima edición del torneo, el consistorio trabajará “para que se siga celebrando como se ha celebrado durante 500 años”. El centenar de vecinos que llenaban el salón de actos municipal jalearon al edil.

Luis Martín, profesor de la Facultad de Medicina de Valladolid y miembro del Patronato del Toro de la Vega, anunció “batalla legal y resistencia civil” ante una “ley cobarde que castiga al disidente”. “Si tanto les ofende la muerte de un toro, ¿por qué no la prohíben en las corridas, donde se matan seis?”, se ha cuestionado.

Pedro Sánchez, el candidato socialista a las generales, calificó el veto de “muy buena noticia”. El diputado del PP Leopoldo Barreda lo consideró “acorde con la sensibilidad de la sociedad actual”. Las entidades animalistas lo aplaudieron si bien lo juzgaron una victoria a medias: reclaman que se prohíba todo el espectáculo. Y por una vez estuvo de acuerdo con ellas la Asociación Taurina Parlamentaria, cuyo presidente, el exsenador del PSOE Miguel Cid, dijo: “No tiene que ver con la tauromaquia, a la que desprestigia. Que se suprimiera el espectáculo me parecería bien”.

La popularidad del torneo ha crecido en paralelo al rechazo que genera. A más protestas, más asistentes. A la última celebración fueron 40.000 personas. H