La ansiedad es uno de los problemas más frecuentes en la sociedad moderna. Nuestro modo de vida gira en torno a pensamientos orientados al futuro y la previsión de problemas, que no siempre tienen una probabilidad real de aparecer. El miedo o la tristeza son las dos emociones más relacionadas de forma directa con la sensación de estrés y ansiedad. Éstas, a su vez, tienen su relación con la autoestima, la forma de medir y ver nuestra propia valía y cómo nos sabemos desenvolver con los demás. Crean una triple relación que hace que autoestima y ansiedad se retroalimente, disminuyendo una a medida que aumenta la otra, y viceversa.

Querernos, ser compasivos con nosotros mismos, liberarnos de culpa y tomar responsabilidad sobre nuestra vida lo hacemos a través del entendimiento y el manejo de nuestros pensamientos y nuestras emociones. Todo ello acaba constituyendo estados de ansiedad, depresión o bienestar en función de la autoestima que tengamos. El cómo nos vemos o lo válidos que nos sentimos hará que sepamos o no tener las herramientas necesarias para enfrentarnos al día a día.

CAUSAS DE ESTRÉS

Cuando tenemos ansiedad notamos una serie de síntomas físicos, cognitivos y emocionales que conforman toda nuestra problemática. Se debe a la interpretación que hace el cerebro sobre la situación: algo malo está ocurriendo y no cuento con las herramientas necesarias para resolverlo. Esta sobrecarga se diferencia del estrés normal en que no creemos poder superar lo que está pasando. El estrés nos lleva a la acción, aunque genere mayor cansancio, pero la ansiedad se ve totalmente limitante.

La interpretación que hace nuestro cerebro es subjetiva y parte también de la base que todos tenemos, nuestra autoestima. Dicha base también es subjetiva y nos ofrece una idea de lo que somos, tenemos y valemos. Si tengo una baja consideración de mí, por ejemplo, será más probable que sienta que no tengo control sobre lo que ocurre ni forma de salir de ahí. Por tanto, esa ansiedad aumentará.

¿Qué tres variables relacionan nuestra ansiedad con la autoestima que tenemos? Entenderlo nos ayudará a buscar una solución:

PENSAMIENTOS NEGATIVOS

Cuando aparecen situaciones desbordantes, al no vivirlo bien, lo reinterpretamos como algo negativo y que nos va a generar de forma clara un malestar. Los pensamientos se vuelven más obsesivos y ponen todo el foco en lo malo que nos pasa y, especialmente, en anticipar e imaginar problemas. Esto trae los problemas del futuro, los coloca en el presente y, lejos de buscar solucionarse, lo que hace es agobiarnos y bloquearnos. Es algo que aparece en situaciones de pérdida de salud o de seres queridos, posibles pérdidas de empleo o conflictos con amigos o compañeros.

BAJA AUTOESTIMA

La baja autoestima es base y cúspide de toda la pirámide de ansiedad. Abre y cierra un círculo en el que se retroalimentarán la una con la otra. Si tengo baja autoestima, siento una mayor ansiedad, la cual baja aún más esa autoestima. Como nos desbordamos por creer que no contamos con las herramientas necesarias, la baja autoestima solo buscará confirmar ese hecho. Nuestro cerebro siempre quiere tener razón, hasta en aquello que nos perjudica.

UNIÓN DE AUTOESTIMA Y PENSAMIENTO

La baja autoestima lleva de por sí pensamientos obsesivos sobre la desvalorización personal. Estos pensamientos dejan de ser los únicos y se suman a los que giran en torno a la situación ansiosa. Vuelve a generar un círculo vicioso que parece difícil de romper.

Tanto la baja autoestima como la ansiedad son problemas que suelen acabar necesitando ayuda, ya que en la mayoría de los casos no se soluciona solo. Forman una base para que los siguientes obstáculos se vean más grandes de lo que son y desborden cada vez más. Un conjunto que afecta a numerosas personas y para el que existen siempre soluciones.

* Ángel Rull, psicólogo.