Unas vacaciones en familia, unos días de ocio con amigos, acudir a una entrevista en una facultad o volver a casa tras unos días de peregrinaje a Santiago… estos son algunos de los motivos que hicieron que más de 60 personas cogiesen ayer el tren que une Vigo con Oporto a las 9 de la mañana en la estación de Guixar.

El convoy debía llegar a la ciudad lusa a las 11 de la mañana, pero en el camino los relojes se pararon. Antes de las 9.30, un estruendo despertó a los vecinos de O Porriño, ayuntamiento pontevedrés de menos de 20.000 habitantes. “Sentí un ruido muy fuerte y al salir hacia las vías, tras la nube de polvo, pude ver el tren volcado”, cuenta Ramón González, dueño de la cafetería de la estación porriñesa. González fue una de las primeras personas que llamó a emergencias y dispuso su cafetería para que los equipos de socorro montasen un hospital improvisado. “Llegaba gente con mucha sangre, fue todo muy rápido, la verdad es que es algo que no olvidaré. Los médicos llegaron en pocos minutos, debemos agradecer su eficacia”, relata.

"VI CÓMO EL TREN CHOCABA"

Roberto González, camarero, estaba en el bar en el que trabaja cuando escuchó que los cables de las vías se movían. “Salí a la puerta porque el ruido me pareció muy raro y vi cómo el tren chocaba, fueron unos segundos”, cuenta el joven. Corrió los escasos 200 metros que separan la cafetería del lugar del accidente y ayudó a los sanitarios. “Me acerqué a uno de los vagones y vi que un chico estaba atrapado. Con la ayuda de otro vecino pudimos quitarle la mochila que estaba enganchada al asiento y sacar al chico del vagón. Le pusieron el cartel de muy grave. Yo no me separé de él, lo llevé a la cafetería, donde estaban los médicos, en una camilla de los bomberos. Le decía que no hablase, él lo intentaba y expulsaba sangre por la boca…ya no pude hacer nada más”, cuenta González, quien tras intervenir para salvar a este joven de los escombros tuvo que ir a su domicilio para tranquilizarse y cambiarse la ropa que tenía manchada de sangre.

Al igual que él otros vecinos del ayuntamiento, como Conchi Ribeiro quisieron colaborar en la evacuación de los heridos. “Me puse muy nerviosa, no sabía qué hacer. La gente estaba pidiendo mantas, así que cogí las de la habitación de mi hija y bajé a la estación. Las usaban para tapar a los heridos y creo que también a los fallecidos”, cuenta Conchi, quien afirma que tuvo que tomar una pastilla para los nervios después de ver, por ejemplo, “a una mujer tapando un ojo del que le caía mucha sangre y tenía teñido su pantalón blanco”.

"AÚN ESTOY EN 'SHOCK"

Con sólo 15 años, Ana Navarro, también quiso ayudar. “Iba para el instituto con un amigo y vi ambulancias, helicópteros y mucha gente corriendo hacia la estación… Me acerqué para ver si podía ayudar. Vi muchas personas sangrando, ayudé a transportar sábanas y mantas… no sabía qué más podía hacer”, relata la joven. “Todo el pueblo estaba volcado con los heridos, esto es algo que reconforta. A todos nos vino a la mente el accidente de tren de Angrois, lo teníamos muy presente. Ahora nos tocó al lado de casa, aún estoy en 'shock'”, relata Ana.

Los más de 40 heridos salvados gracias a la ayuda de los vecinos de O Porriño fueron trasladados a tres hospitales de Vigo. En las puertas del hospital Povisa, una de las heridas del accidente recuerda cómo en un principio no le dieron importancia al movimiento del tren pero que pasados pocos segundos las maletas comenzaron a caer encima de los viajeros. “Yo solo tengo un corte en la mejilla que me hice al caer hacia delante” cuenta la joven, y finaliza: “Tuve suerte, había heridos graves”.