El cuerpo de la niña de 8 años que falleció en la mañana del pasado domingo en el Hospital Comarcal de Blanes (La Selva), tras haberse solicitado para ella una ambulancia pediátrica, aún no tiene certificado de defunción. Ni el centro sanitario ni la Conselleria de Salut confirman las causas de la muerte. El vehículo medicalizado debía trasladarla a una uci del Hospital Josep Trueta, de Girona, pero esto no fue posible ya que el empeoramiento fulminante de la pequeña impidió, y descartó, cualquier intervención de ese tipo. Las conjeturas sobre las circunstancias que "en menos de una hora”, según fuentes médicas, precipitaron un "cuadro cataclísmico", imprevisible para facultativos y familiares, solo tendrán una explicación científica cuando concluya la necropsia que se practica al cadáver de la pequeña. Dentro de unas 48 horas habrá resultados, aseguran.

La evolución de los hechos, prosiguen las mismas fuentes, no permitía suponer un final trágico. La niña fue visitada -por un médico de familia o por un pediatra, no está concretado- en un centro de asistencia primaria (CAP) de Blanes el sábado 21 de enero. Acudió, con sus familiares, porque manifestaba dolor abdominal y tenía algunas décimas de fiebre, indica el entorno médico. Regresó a su domicilio y, a media noche del sábado, sus padres decidieron trasladarla al Hospital de Blanes con esos mismos síntomas, ante la evidencia de que estaba peor.

NO ERA DIABÉTICA

El diagnóstico inicial -cetoacidosis diabética- se estableció al detectar cuerpos cetónicos y altos niveles de glucosa en la sangre de la niña, a quien hasta entonces no se había considerado diabética. Este síndrome, que causa una gran pérdida de líquidos y un desequilibrio electrolítico susceptible de alterar el ritmo cardiaco, es consecuencia de la ausencia de insulina, lo que hace imposible que la glucosa entre en las células. “Le aplicaron el tratamiento indicado en esos casos, pero la niña no reaccionó”, añaden las fuentes.

El dolor abdominal y la fiebre, que había subido considerablemente, podían deberse a otras causas, que en aquel momento no se confirmaron. “Los médicos del Hospital de Blanes estabilizaron a la niña, pero decidieron su traslado al Trueta -prosiguen las fuentes informantes-. En ningún momento se sospechó lo que pocos minutos después ocurrió”.

En ”poco más de media hora”, indican, la pequeña mostró signos de sufrir un shock séptico, una situación en la que los principales órganos del cuerpo fracasan en el intento de mantener sus funciones y, en lugar de conducir a la normalidad, se agreden a sí mismos. “Fallo multiorgánico” en lenguaje médico. En esa situación, el cerebro y el corazón dejan de recibir la mínima sangre imprescindible y todo conduce hacia la muerte.

“Si hubo peritonitis, se detectará fácilmente en la necropsia -añaden-. La niña pudo sufrir una perforación abdominal que diseminó gérmenes por la sangre o pudo sufrir una infección general, pero no es descartable que, además de todo eso, le sobreviniera algo de mayor entidad, que ahora desconocemos, y que explicaría su rápida evolución fatal”. Citan una eventual hemorragia cerebral consecuencia de todo lo anterior, o incluso un infarto de miocardio. “El infarto no es frecuente en niños, pero ocurre”, añaden. “Salvo algún detalle que ahora desconocemos -concluyen las fuentes consultadas-, no se considera que haya existido negligencia médica”.

Un centenar de personas, entre las que se encontraba Olga, abuela de la pequeña, se han manifestado en Blanes exigiendo más recursos médicos.