Los quebrantahuesos del Pirineo utilizan los comederos de alimentación suplementaria mucho menos de lo que se pensaba hasta ahora, lo que significa que el territorio les aporta los suficientes recursos, y además muestran una gran movilidad, con ejemplares jóvenes que se desplazan una media diaria de hasta 27 kilómetros. Estos son algunos de los resultados del primer estudio exhaustivo sobre los movimientos de la especie efectuado con ejemplares equipados con un transmisor GPS.

El quebrantahuesos ('Gypaetus barbatus') es el ave necrófaga más amenazada de Europa, con poco más de 200 parejas reproductoras, la mayoría en el Pirineo.

Para el análisis, publicado en la revista ‘Scientific Reports’, del grupo Nature, se marcaron 19 quebrantahuesos de diversas edades, tanto machos como hembras, procedentes del Pirineo y el Prepirineo catalán (comarcas de la Alta Ribagorça, el Pallars Jussà y el Pallars Sobirà). Luego se les hizo un seguimiento satelital durante ochos años (2006-2014).

Todo ello ha permitido ”tener una visión global de cómo usan el espacio” y planificar "nuevas estrategias de conservación", explica a este diario el coordinador del estudio, Antoni Margalida, investigador de la Universitat de Lleida. Los radiotransmisores, que pesan 70 gramos, no ocasionan el más mínimo malestar a las aves, que pesan de adulto entre 6 y 7 kilos.

Uno de los resultados sorprendentes ha sido el relativo a la movilidad de los quebrantahuesos. Los adultos territoriales explotan áreas relativamente reducidas (63 kilómetros cuadrados), mientras que los jóvenes no territoriales han llegado a cubrir unos 11.000 km2, prácticamente como toda la provincia de Lleida, prosigue Margalida. En líneas generales, los individuos no reproductores se desplazan una media de 27 kilómetros diarios, frente a los 8 de los reproductores.

Otra de las novedades del estudio es la estimación del impacto que tienen los puntos de alimentación suplementaria -en todo el Pirineo hay un centenar de muladares, de los cuales 16 en Cataluña-. De acuerdo con el estudio, solo un 5% de las localizaciones se produjeron en un radio inferior a un kilómetro de los comederos, lo que “indica que la especie obtiene buena parte de los recursos fuera de esos puntos”.

COLONIZAR OTROS TERRITORIOS MÁS AL SUR

Según Margalida, una de las actuaciones necesarias si se quiere recuperar la especie en territorios donde se extinguió en fechas recientes, como el macizo de Beceite-Tortosa y el Maestrazgo, sería colocar los muladares más al sur para “ayudar a la expansión de la especie”. Otra opción sería colocarles menos alimento, lo que les llevaría a avanzar hacia otras tierras. “Hay que encontrar el equilibrio entre las ayudas que les damos y sus movimientos naturales”, añade.

"Otro de los hallazgos es que la mitad de las área de campeo se encuentra fuera de espacios protegidos, lo cual supone un riesgo para la viabilidad de la especie, ya que muchas de las actuales amenazas de conservación, como el uso ilegal de cebos envenenados, se producen en esas zonas", insiste el análisis.

Los investigadores iniciaron el estudio en 2006, gracias a la financiación de los ministerios de Agricultura y Medio Ambiente y de Economía, la Generalitat de Cataluña y el Gobierno de Navarra. En el estudio también han participado Juan Manuel Pérez-García, Ivan Afonso y Rubén Moreno-Opo.