El autor confeso de la muerte de Diana Quer, José Enrique Abuín Gey, el Chicle, participó ayer en la reconstrucción de los hechos ocurridos la madrugada del 22 de agosto del 2016, en relación con la desaparición y muerte de la joven, en la que se han detectado «muchas contradicciones».

El investigado, acompañado por su letrada, los investigadores, el juez y los abogados de la acusación participó en la diligencia dando numerosas explicaciones. La primera parada de la reconstrucción fue en A Pobra do Caramiñal (A Coruña), donde Abuín sostuvo que la joven madrileña lo sorprendió de una manera fortuita cuando él estaba tratando de robar gasóleo en las caravanas de los feriantes que habían acudido a las fiestas del pueblo que se celebraban esa semana.

«INVOLUNTARIAMENTE» // Ante este descubrimiento, él la «asfixió involuntariamente», tal y como declaró ante el juez el pasado 4 de mayo. «Le eché la mano al cuello, la mano derecha», explicó al juez Félix Alonso, en una declaración a la que ha tenido acceso El Periódico de Catalunya. Siempre según su versión, el Chicle apretó el cuello de Diana hasta que en un momento dado «vi que no movía los ojos». En ese momento, afirmó, «le di dos o tres golpes en la cara» para ver si reaccionaba y «vi que no se movía». Diana «tenía los ojos en blanco, tenía los ojos abiertos y me miraba», explicó Abuín en el juzgado de Ribeira.

Tras matar a Diana Quer, El Chicle asegura que la metió en su coche y salió de A Pobra do Caramiñal en dirección a Taragoña. Su intención, según confesó al juez, era «tirar el cuerpo al mar», pero finalmente no lo hizo. Llegó con ella hasta la fábrica abandonada donde la desnudó y la arrojó a un pozo. En cuanto a la agresión sexual, el móvil del ataque según la hipótesis de los investigadores, Abuín trató de desmarcarse de ella ante el juez. «Yo a Diana no la toqué. No hablé nada con ella. La ropa se la quité en el pozo. Ya estaba muerta», insistió.