El bebé británico Alfie Evans, que sufre una enfermedad cerebral degenerativa sin cura, fue desenchufado de las máquinas que le mantenían con vida el lunes por la noche y respira por sus propios medios desde entonces, informó ayer su padre, Tom Evans.

«Alfie lleva respirando nueve horas y no está sufriendo», anunció su progenitor a los periodistas congregados a las puertas del hospital Alder Hey Children’s de Liverpool (Inglaterra) donde el niño, de 23 meses, permanece ingresado desde diciembre del 2016 en estado semivegetativo.

Los padres de la criatura, Tom Evans, de 21 años, y Kate James, de 20, han librado una batalla judicial para conseguir permiso para trasladar a su hijo a un hospital en Roma para continuar con su tratamiento, después de que los médicos británicos recomendaran desconectar al menor de las máquinas que le mantenían con vida por encontrarse en un estado «irreversible».

Pero su demanda fue rechazada por las distintas instancias judiciales del Reino Unido a las que han apelado, así como también por la Corte Europea de Derechos Humanos de Estrasburgo.

El lunes, centenares de personas se manifestaban a las puertas del hospital al grito de «Save Alfie Evans» (Salvad a Alfie Evans) para protestar por la desconexión del menor, un caso que ha traspasado fronteras y provocado una ola de solidaridad a la que se ha unido también el papa Francisco.