La asignatura de Religión seguirá presente en las aulas pero dejará de ser computable a nivel académico y no tendrá alternativa “en forma de asignatura espejo”. A cambio, los colegios incorporarán una asignatura obligatoria de “valores cívicos y éticos” que haga hincapié en los derechos humanos, cívicos, tolerancia y no discriminación. Así lo ha explicado la ministra de Educación, Isabel Celaá, que ha evitado bautizar esa nueva materia como Educación para la Ciudadanía (impulsada por el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero). En su discurso inicial ante los diputados de todos los grupos parlamentarios, Celaá ha dado por hecho que la futura asignatura no causará polémica entre los partidos políticos porque es algo que ya se da en muchos países europeos.

No será el único cambio legislativo que podrá encima de la mesa el nuevo ministerio de Educación. Celaá ha dado un toque de atención a los colegios concertados que separan a niños y niñas y que, por lo tanto, no cumplen un principio básico de la educación: el de equidad. El resto de centros concertados (la mayoría, según la ministra) que sí cumplen con ese principio no tienen nada que temer, aunque la prioridad del Ejecutivo será, de largo, la escuela pública.

Apoyo a los profesores

La norma que impulsó el ministro José Ignacio Wert (ley orgánica de mejora de la calidad educativa, LOMCE) cambiará también para dejar de segregar a los alumnos a partir de los 13 años según su rendimiento académico. Celaá considera que la segregración precoz es "excluyente y clasista”.

Todos estos cambios legislativos se realizará de manera urgente, al igual que la revisión del modelo de becas para aumentar la inversión y empezar a equipararla a la media europea (8,6% frente a 4,3%). Otro aspecto que también pretende impulsar Educación es el apoyo a los profesores, que tendrán menos alumnos por clase y será sustituidos en 10 días cuando estén de baja.