Podría parecer propio de un suicida meterse en un espacio acotado con seis toros bravos. Un lugar adoquinado que quienes lo pisan aseguran que no van en busca de la muerte, sino de la vida. Y cada 7 de julio el calendario les marca la oportunidad de de tentar al destino, en las calles de la capital navarra. Ayer, día de San Fermín, una vez más.

Tercera comparecencia de los toros de Puerto de San Lorenzo en la Feria del Toro, segunda consecutiva. La coincidencia del primer encierro de los Sanfermines 2019 con la jornada dominical preveía masificación de corredores. Y así, con un recorrido asestado de tanta gente como de tanto miedo, los astados salmantinos salieron de corrales con las 8.00 horas marcadas en el reloj.

SUPERSTICIONES // Previamente se habían cumplido todos los rituales. Porque en las madrugadas previas a la carrera, Pamplona es testigo de supersticiones y rezos que quedan en manos del sino cuando suena el primer cohete. Los cabestros arroparon por la cuesta de Santo Domingo la torada, por donde el colorado se fue abriendo hueco hasta situarse a la cabeza en Mercaderes.

Allí se metió en faena Alberto Guillamón Torrechiva al paso de una manada que no chocó contra las tablas en la curva. Sin embargo, en dicho punto, en el que también inició carrera Antonio Oset, de Betxí, un toro negro se puso en cabeza. Casi imposible tocar toro por la velocidad y la colocación de las reses, estiradas pero protegidas por los mansos, Lo intentaron los ondenses Vicente Canelles y Mateo Ferris, cada uno por una parte de Estafeta.

Precisamente en los últimos metros del mítico vial, uno de los toros quedó descolgado tras una caída e incluso se dio la vuelta. El buen hacer de algunos mozos evitó una carrera a la inversa pero no algunos momentos tensos, volteretas incluidas. Los tramos de telefónica y callejón, que un año más eligieron Ojeda e Iván, de Almassora, también fueron testigos de las mejores carreras. Como ejemplo, Aitor Aristregui, de Huarte, o Chuchete, de Cuéllar.

El toro rezagado prolongó la duración de la carrera hasta los dos minutos y 41 segundos; mientras el parte registró tres heridos por asta --dos mozos estadounidenses y un riojano-- y dos contusionados, que también fueron trasladados al complejo hospitalario de Navarra. Hoy Pamplona da una nueva oportunidad de sentirse vivo. Ya lo dice Sabina: «Por ejemplo jugarse la vida, por ejemplo morirse de miedo».