Alemania ha cerrado uno de sus capítulos más escabrosos. La policía confirmó ayer que ha detenido a un hombre en Friedrichsdorf al que se acusa de haber asesinado a una niña de ocho años en 1999. El crimen de Johanna, como se llamaba la menor, conmocionó el país y dio paso a una investigación en la que se tomaron las huellas dactilares de hasta 1.400 hombres. Ahora, 18 años después, la policía alemana ha puesto punto y final a la pesadilla. RD