Yo quiero la mesa esta que tiene todo el mundo, una mesa donde se sienta la gente, pero no puedes, no puedes afrontar ese gasto. O que te chorree la nevera y no poder hacer nada. Esa sí es una frustración que tengo, que nunca llega lo más básico. Es la historia de una madre sola que vive con su hijo y su hija a las afueras de Madrid. Su testimonio forma parte del informe Familias en riesgo que hemos publicado esta semana en Save the Children, un estudio que analiza por primera vez cómo son los hogares con menores a cargo en España para saber en qué medida están expuestos a la pobreza.

¿Cuántos miembros tienen las familias con niños y niñas? ¿Qué edad tienen? ¿Es un hombre o una mujer el responsable del hogar? ¿Dónde viven estas familias? ¿Cuánto ganan? El informe responde a todo ello con una clara intención: sabiendo cómo son las familias con menores a cargo y cuáles son sus necesidades podremos proponer políticas concretas para erradicar la pobreza en los hogares más vulnerables.

A modo de radiografía, el informe analiza qué sucede dentro de esos hogares y visibiliza, como en el caso de esta mujer, que 9 de cada 10 madres solas no pueden afrontar gastos imprevistos como la rotura de un electrodoméstico, o que 1 de cada 5 familias con abuelos en casa no puede mantener la vivienda a temperatura adecuada. No son solo cifras, son retratos de precariedad que nos sacan los colores sobre el tipo de sociedad en la que vivimos. Una sociedad en la que desconoces si tu vecino puede pagar los libros del colegio de su hijo o si tu amiga puede permitirse una semana de vacaciones. Una sociedad cuyos políticos no hacen nada para cambiar esta situación. Una sociedad en la que pobreza es un problema invisible, que todavía avergüenza a las familias que la sufren.

Los niños a veces dicen cosas que hacen daño. Nosotros ya sabemos que somos una familia especial y lo tenemos clarísimo, pero duele mucho que venga tu hijo llorando y te diga: mamá, ¿cuándo me vas a apuntar al fútbol? Es que mis amigos van al fútbol, explica otra madre en el informe, que vive con sus dos hermanos pequeños, su marido y sus dos hijos en una casa a las afueras de Madrid. La suya es una de las muchas familias precarias en grandes ciudades. Que los políticos se pusieran en nuestra piel, con el sueldo que nosotros tenemos y pagar todo lo que nos hacen pagar. Entonces verían que la gente no se queja de vicio, es que hay un problema, critica esta mujer.

Organizaciones como Save the Children ayudan a estas familias, pero sin duda debería ser el Estado quien ayudase a los que más lo necesitan. Las medidas políticas y económicas destinadas a paliar la pobreza infantil deben tener como prioridad a estos colectivos. Ahora bien, esto a día de hoy no está sucediendo.

La pobreza y la exclusión afectan a 1 de cada 4 hogares con niños y niñas en España. Somos el tercer país de la Unión Europea con mayor pobreza infantil, solo detrás de Rumanía y Bulgaria. Sin embargo, somos los que menos pobreza reducimos de toda la Unión Europea (Eurostat) y el séptimo país de la UE que destina menos proporción del gasto en protección social a las familias. España solo invierte el 1,3% del PIB en prestaciones familiares, frente al 2,4% de media de los países de la OCDE.

El salario mínimo en España es de 950 euros y el salario más común es de 1.457 euros al mes (Instituto Nacional de Estadística, INE). No obstante, el coste mínimo para poder criar a un niño o niña en condiciones dignas oscila entre los 480 y 590 al mes. Si, tal y como muestran las cifras, los hogares no ingresan lo suficiente y el Estado no les ofrece apoyo para criar a sus hijos e hijas, ¿cómo pueden las familias con niños llegar a fin de mes? La respuesta es simple: muchas no pueden y los grandes perjudicados son los menores de edad.

En España hay 2,1 millones de niños y niñas sufriendo pobreza y exclusión, según el INE. El 26,8% de los menores de nuestro país no disfruta de las mismas oportunidades. La pobreza infantil no es un problema reducido a los niños y niñas, afecta a la sociedad en su conjunto y, por tanto, debería ser una prioridad para la clase política.

Desde Save the Children hemos dado voz a familias como las de Aroa y Beatriz para poner de nuevo sobre la mesa este grave problema y así incidir en la elaboración de los Presupuestos Generales del Estado. ¿Queremos un futuro lleno de adultos pobres? A día de hoy, y si no hacemos nada para impedirlo, el 80% de los niños y niñas que han nacido en una familia sin recursos van a ser adultos pobres. No podemos perder más tiempo para curar lo que parece una enfermedad hereditaria.

Urge seguir aumentando la prestación por hijo a cargo hasta llegar a los 100 euros al mes, aumentar la inversión en protección social a las familias hasta llegar a la media europea, garantizar la igualdad de oportunidades y definir un único concepto de familia monoparental a nivel nacional para reconocer la condición de las madres solas, uno de los perfiles en riesgo de exclusión según el informe.

Sabemos que perpetuar el modelo actual es más costoso que su solución. También sabemos que la pobreza infantil solo puede erradicarse con inversión. El Estado tiene que acabar con un problema que condiciona la vida de miles de jóvenes y reduce sus posibilidades de tener una dieta saludable, terminar sus estudios o algo tan cotidiano como ir al dentista o comprar unas gafas si las necesitan. Debemos actuar ya para que esta mochila cargada de piedras que condiciona la vida de más de dos millones de niños y niñas desaparezca.