Por segunda vez desde el inicio de la pandemia, el presidente de Rusia, Vladímir Putin, dirigió un mensaje televisado a la nación en el que prolongó hasta el 30 de abril la semana «festiva» declarada hace tan solo unos días. A diferencia de lo sucedido en otros países, el mandatario evitó hacer uso de sus potestades y no declaró el estado de emergencia ni anunció medidas de excepción, delegando en los representantes de las regiones la tarea de tomar decisiones concretas para frenar la expansión de los contagios.

«He decidido prorrogar el régimen no laborable hasta fin de mes. Subrayo, los trabajadores conservan sus salarios», enfatizó el líder del Kremlin. «Hemos conseguido proteger a los mayores e impedir brotes de la epidemia en guarderías, escuelas, universidades...», añadió.

Pese a las palabras presidenciales, los expertos coinciden en que lo peor aún está por llegar en Rusia. El número de contagios avanza rápidamente y está lejos de alcanzar el pico. Según las autoridades, en las últimas 24 horas se han contabilizado 774 nuevas infecciones, una cifra récord, elevando a más de 3.500 el número total de casos. Y 39 enfermos han fallecido.