La Agencia Española Seguridad Alimentaria y Nutrición (AESAN), dependiente del Ministerio de Sanidad, ha actualizado sus recomendaciones de consumo de pescado por la presencia de mercurio. Eleva de tres a 10 años la edad recomendada para el consumo de varios tipos de pescado con alto contenido en mercurio (como por ejemplo el atún rojo), además de mantener el consejo de que tampoco las embarazadas lo coman. En sus nuevos estándares, las autoridades piden limitar la ingesta de cualquier especie de pescado a tres o cuatro raciones por semana en la población general, y siempre procurando variar entre pescados blancos y azules.

De esta manera, a las mujeres embarazadas o que estén planificando estarlo, así como a aquellas en periodo de lactancia y a los niños de hasta 10 años, Sanidad recomienda no consumir los tipos de pescado con alto contenido en mercurio, como el atún rojo (incluido el atún rojo que se vende en lata), el pez espada, el emperador, el tiburón (cazón, marrajo, mielgas, pintarroja y tintorera) y el icio. En niños de 10 a 14 años, apuestan por limitar a 120 gramos al mes la ingesta de estos peces, pero recomienda tres o cuatro raciones por semana de especies con bajo y medio contenido de mercurio (ver gráfico).

El doctor Antonio Becerra, miembro de la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición (SEEN), explica que anuncios como el hecho público ahora por el ministerio son «llamadas de atención» que se hacen «continuamente». Según él, no hay motivo para la alarma.

Sanidad también recuerda, pese a estas recomendaciones, que comer pescado es «seguro, saludable y recomendable». «En la legislación alimentaria europea existen límites máximos de mercurio que son de obligado cumplimiento y que, controlados por las autoridades sanitarias, garantizan un consumo seguro de estos alimentos por parte de la población», tranquiliza.

BENEFICIOS / Igualmente, defiende que el consumo de pescado conlleva, además, efectos beneficiosos para la salud, ya que «aporta energía, es una fuente de proteínas de alto valor biológico y contribuye a la ingesta de nutrientes esenciales como el yodo, el selenio, el calcio y las vitaminas A y D». «También tiene un buen perfil lipídico proporcionando ácidos grasos poliinsaturados de cadena larga omega-3, que es un componente de los patrones dietéticos asociados con la buena salud, y pocos ácidos grasos saturados. Tiene efectos beneficiosos sobre el desarrollo neurológico en niños y reduce el riesgo de mortalidad por enfermedad coronaria en adultos», concluye Sanidad.