Los cigarrillos electrónicos, los vaporizadores, el tabaco calentado y las pipas de agua «también producen adicción y son perjudiciales para la salud», afirmó en un comunicado el Ministerio de Sanidad el viernes, con motivo de la celebración del Día mundial sin tabaco. Con esta publicación, el Gobierno central se posiciona, con rotundidad, en un largo debate que tiene enfrentadas a diferentes asociaciones médicas y plataformas desde hace años. Unos piensan que sí, que estas alternativas al tabaco clásico causan daño. Los otros, que los cigarrillos electrónicos y demás variantes pueden ser muy útiles para superar la adicción.

La titular del ministerio, María Luisa Carcedo, se mostró tajante al asegurar que «todas las formas de tabaco suponen una gran amenaza para la salud» y anunció que su cartera está preparando una nueva campaña informativa orientada sobre todo a la población joven y centrada en las implicaciones que tienen para el organismo estas nuevas formas de consumo de nicotina.

ELEMENTOS TÓXICOS // Entre los colectivos detractores a estas alternativas al cigarrillo tradicional --porque entienden que no hay evidencias científicas que certifiquen su inocuidad-- destaca la Sociedad Catalana de Atención y Tratamiento del Tabaco (Scatt), que aseguran que los nuevos dispositivos electrónicos y los productos de tabaco calentado contienen nicotina y elementos tóxicos y adictivos que pueden provocar cáncer, bronquitis crónica e infecciones respiratorias. «La industria tabacalera ha querido poner de manifiesto que los nuevos dispositivos en sustitución del tabaco pueden ser menos peligrosos que los cigarros, pero lo cierto es que no hay evidencias de que sean menos nocivos para la salud, ni para los consumidores, ni para los expuestos a sus emisiones», explica al respecto la presidenta del colectivo, la doctora Ángela Martínez.

La especialista lamenta que el sector haga uso de una tecnología atractiva para captar potenciales fumadores entre los jóvenes y los adolescentes y, en contraposición a los manidos parches a los que recurre mucha gente para dejar de fumar, Martínez apuesta por un método más eficaz: «el uso combinado de medicación y tratamiento psicológico».

En la otra cara de la moneda se encuentra la Plataforma para la reducción del daño por tabaquismo, que figuran entre los partidarios de estas nuevas formas de tabaco. El portavoz de la asociación, el cirujano oncológico Fernando Fernández, defiende el uso de herramientas «sobre las que hay cada vez más evidencias de cómo pueden ayudar» a los que no lograban dejar de fumar con los métodos tradicionales.

Estas herramientas de «reducción del daño», subraya el experto, incluyen métodos, productos o terapias que suministran nicotina «sin los efectos adversos» de la combustión y están logrando «éxitos notables», considera.