Las pruebas de acceso a la universidad (PAU) han endurecido este junio las medidas de control para evitar las copias, las chuletas y otros métodos de fraude en los exámenes, hasta el punto de instalar en algunas de las aulas donde desde este martes se realizan los tests sensores para interferir el envío de información a través de dispositivos electrónicos.

La medida se adopta después de que los examinadores hayan constatado en los últimos tiempos cómo han proliferado estos artilugios, cada vez más minúsculos y difíciles de detectar. No basta con que los presidentes de los tribunales de las pruebas pidan a los estudiantes que dejen visibles sus orejas, "porque algunos pinganillos son tan pequeños, del tamaño de un grano de arroz, que ya no es posible verlos a simple vista", explican.

BARRIDO ALEATORIO

Además de instalar de forma aleatoria mecanismos para impedir las copias con artilugios electrónicos, a los presidentes se les ha facilitado un estricto protocolo de actuación que deberán aplicar con los estudiantes que hacen trampas. El infractor no solo debe ser expulsado del aula, sino que, según la gravedad de su falta, podrá abrírsele un expediente informativo que derive en una sanción y, en todo caso, con el suspenso de esta convocatoria de selectividad.

Los infractores deberán entregar también los dispositivos electrónicos que lleven consigo y si son atrapados con chuletas tradicionales se exponen a que el examen sea calificado con un cero.