Cuando Lilo y Stitch se conocieron, la barrera cultural hizo que durante una temporada no se entendieran aunque más o menos intentaran hablar el mismo idioma. Y es que, según apunta un nuevo trabajo publicado en la revista 'Science', las palabras que utilizamos para definir los sentimientos ni se traducen igual ni significan lo mismo en todos los idiomas. La investigación concluye que, aunque algunas palabras parecen nombrar estados emocionales similares, no está claro si estos vocablos y sus conceptos significan los mismo en todos los rincones del mundo.

Un equipo de investigadores de la Universidad de Carolina del Norte en Chapel Hill (Estados Unidos), el Instituto Max Planck para la Ciencia de la Historia Humana, en Alemania, y la Universidad Nacional de Australia ha empleado un nuevo método de lingüística comparativa para examinar el significado de los conceptos emocionales en todo el globo. El resultado indica que las 'redes de colexificación' revelan una gran variedad de influencia cultural en la semántica de las emociones.

Con la ayuda de una base de datos de 2.474 idiomas, los investigadores construyeron redes de conceptos que designan las diferentes emociones y los compararon entre idiomas y familias de idiomas. Los datos apuntaron que el significado de las emociones variaron significativamente, lo que sugiere que las palabras de emoción pueden variar en significado entre idiomas, incluso si a menudo se equiparan en los diccionarios de traducción.

SORPRESA, ESPERANZA Y AMOR

En las lenguas austronesias, por ejemplo, "sorpresa" está estrechamente asociada con el "miedo", mientras que las lenguas tai-kadai asocian "sorpresa" con los conceptos "esperanza" y "querer". "La emoción 'sorpresa' es particularmente útil para comprender los resultados de este estudio. Dado que una familia de idiomas tiene asociaciones negativas con la palabra y otra tiene asociaciones positivas, se puede imaginar cómo los hablantes de estos idiomas diferentes podrían responder a las personas que saltan desde detrás de los muebles o desde un cuarto oscuro y gritan sorpresa!", comenta el autor principal de este estudio, Joshua Conrad Jackson.

Aunque los investigadores observaron una amplia variación en la semántica global de las emociones, el análisis mostró que esta variación se explica en parte por los orígenes geográficos de las familias lingüísticas. Así, las familias lingüísticas con redes más similares estaban más cercanas en proximidad geográfica, lo que sugiere que la variación en la semántica de las emociones no es aleatoria, sino que está vinculada a patrones de comercio, migración, conquista y ascendencia común entre las familias lingüísticas.

ESTRUCTURA UNIVERSAL

A pesar de la amplia variación de la semántica emocional, los investigadores encontraron evidencia de una estructura universal que limita los conceptos emocionales que forman redes de colexificación. La valencia, lo agradable o desagradable de una emoción, y la activación, la excitación fisiológica asociada con experimentar una emoción, son los predictores más fuertes de la pertenencia a la red.

"La capacidad de valencia y activación para predecir la estructura en la semántica de las emociones en todas las familias lingüísticas sugiere que estas son dimensiones psicofisiológicas comunes compartidas por todos los humanos", añade Kristen Lindquist, investigadora principal de este proyecto.

Si bien los científicos, filósofos y artistas continuarán debatiendo el significado de las emociones, este estudio proporciona evidencia del papel de la evolución cultural y biológica en la formación de la semántica de las emociones, y crea un nuevo método de investigación y nuevas métricas para medir distancias semánticas. "Esperamos que la investigación futura haga uso de esta metodología y examine los procesos específicos que crean variaciones culturales y geográficas en la forma en que las personas entienden y experimentan las emociones", argumenta Jackson.