Todo apuntaba a que la desaparición hace ya 15 días de Sandra Capitán, una joven de 26 años embarazada, y su hija Lucía, de 6 años, estaba relacionada con los asuntos del novio de la mujer, vinculado con el narcotráfico a gran escala. Pero lo que no podía imaginar la familia de ella, que denunció la ausencia forzada de ambas de su casa de Sevilla, ni la policía es que acabarían encontrando los cadáveres de todos ellos en una vivienda de Dos Hermanas, un municipio cercano. Los cuerpos se encontraban en un pozo ciego, tapados por una losa de hormigón, y habían sido cubiertos de sosa caústica para acelerar la descomposición.

A primera hora de ayer, y tras toda una noche trabajando en el interior de un inmueble incluso con máquinas excavadoras procedentes de la Unidad Militar de Emergencias (UME) de la cercana base de Morón de la Frontera, la policía confirmaba que se habían localizado restos humanos de al menos tres personas. Dos de ellas, dos cuerpos de personas adultas, fueron encontrados en torno a la medianoche, mientras que el tercer cuerpo, el de la pequeña, surgía ya con la mañana. Ahora, los restos están en al Instituto de Medicina Legal de Sevilla para practicarles la autopsia y determinar las causas de la muerte.

En la localización de los cadáveres ha resultado fundamental el testimonio de uno de los detenidos en la operación, que condujo a los agentes hasta la vivienda de Dos Hermanas. Se trata de una zona con un importante movimiento de tráfico de drogas, y a donde la Policía llegó ya el sábado, generando gran expectación entre los vecinos. No obstante, no fue hasta este domingo cuando los indicios fueron ya más fuertes y se comenzó a excavar. La operación policial se ha saldado de momento con varias detenciones, aunque al decretarse el secreto de sumario no se ha precisado el grado de implicación de los arrestados con los hechos.

DESAPARECIDAS // La investigación iniciada tras la desaparición de las mujeres se centró desde el inicio en el entorno de Mehmet, el novio de la joven. Un ciudadano de origen turco y 55 años de edad, al que le constan antecedentes por narcotráfico. Algunas fuentes de su entorno lo vinculan, al menos en el pasado, con una importante red de tráfico de heroína a gran escala en Europa.

La inquietud surgió cuando el exmarido de Sandra fue a la casa para recoger a la niña, cuya custodia le tocaba ese fin de semana, y encontró la comida a medio hacer, todavía en el fuego. Madre e hija habían desaparecido de forma precipitada, y no faltaba ninguna de sus pertenencias, solo el bolso de la mujer. La familia denunció su desaparición.