David Serrano, el propietario de la finca de Totalán (Málaga) donde el pequeño Julen, el niño de dos años cayó a un pozo de gran profundidad y cuyo cuerpo fue rescatado 13 días después, aseguró ayer, después de que la jueza considerara el miércoles que cometió presuntamente un delito de homicidio por imprudencia grave, que él tiene la misma culpa que los progenitores del menor. «Tan culpable soy yo, como el pocero y como los padres, que tenían que haber estado pendientes de su hijo. No hay día que piense en ese niño», aseguró Serrano.