Al regresar de vacaciones, especialmente tras periodos prolongados, es habitual que se manifieste un cansancio inesperado, insomnio, irritabilidad y falta de concentración, entre otros problemas. Con una intensidad muy superior a la que cabría esperar tras días de descanso, cuesta reanudar las labores que se realizaban con anterioridad. Si esta situación se prolonga, se empieza a hablar popularmente de síndrome o depresión posvacacional, aunque médicamente no está reconocida como enfermedad.

"Realmente no tiene categoría de síndrome. Lo que se conoce como síndrome posvacacional es en el fondo la manifestación de un problema subyacente anterior, un estrés intenso", resume el especialista Miquel Casas, director del Instituto Barcelona de Psicología. Después de un periodo placentero como ha sido el verano, tener pocas ganas de volver al trabajo o la escuela, incluso sufrir un malestar por ello, "es lo más normal del mundo", añade Casas, pero si se manifiesta de manera excepcional y duradera es porque "hay detrás una situación de estrés".

De la misma manera, también puede pasar en el colegio con estudiantes que sufren acoso o tienen problemas académicos.

TRES DE CADA DIEZ PERSONAS

Al no tratarse de un problema clínico "no hay estadísticas claras, pero es cierto que hay mucha gente con una sintomatología aparatosa", dice el director del Instituto Barcelona de Psicología. Según diversas encuestas realizadas por empresas de personal y seguros, tres de cada diez personas en España confiesan tener problemas de adaptación en la 'rentrée'.

Los horarios también contribuyen al malestar. Tras unas vacaciones de casi tres meses, muchos niños retrasan sus horas de irse a dormir y luego tienen dificultades para levantarse. En la mayoría de los países europeos, los niños gozan de un número similar de vacaciones, pero más repartidas a lo largo del año. Dentro de lo posible, también es recomendable mantener en verano los horarios de comida del resto del año. En menor medida, también los trabajadores que madrugan sufren esta especie de 'jetlag' laboral.

No siempre es posible, asume Casas, pero no iría mal "recuperar los ciclos de vigilia antes de volver al trabajo". Una opción es intentar volver al trabajo en miércoles, para tener más cerca el fin de semana, o bien empezar de nuevo el trabajo con tareas más sencillas. "Todo lo que sea progresiva siempre será mejor". Finalmente, el doctor propone que unas vacaciones activas, "que no sean absolutamente pasivas", con actividades como viajar, pasear o practicar deporte.

Si pasados 15 o 20 días después del reingreso los problemas perduran, lo mejor es acudir al médico.

VOLVER POCO A POCO

ESPACIAR LAS VACACIONES.Para que la ‘rentrée’ sea más agradable, los especialistas recomiendan repartir las vacaciones “de forma más equilibrada”, como resume el doctor Miquel Casas. Es decir, en caso de disponer de 30 días y de libertad para espaciarlos, gastar solo 20 en verano y dejar el resto para otros meses del año.

ATERRIZAJE TRANQUILO.Siempre que sea posible, es recomendable volver a la rutina poco a poco e incluso incorporarse al trabajo a media semana. En caso de viaje lejano, muy particularmente si cambia el huso horario, no volver la noche anterior al inicio de la jornada laboral. Es mejor adelantar el regreso al menos dos días.

ACTIVIDADES COMPLEMENTARIAS. Es aconsejable fijarse objetivos realistas a corto plazo, no demasiado ambiciosos, porque la satisfacción de cumplirlos poco a poco hará que se recuperen las ganas de trabajar. En los primeros días no debería cargarse la jornada laboral con actividades complementarias ajenas al trabajo. En cambio, si durante las vacaciones se ha iniciado alguna actividad deportiva, se ha de intentar continuar con ella.

Quienes más sufren cansancio o insomnio tras las vacaciones son precisamente aquellas personas que tienen un empleo estresante, bien por el exceso de trabajo, unas tareas de una monotonía exasperante, la precariedad laboral o la mala relación con los jefes o los compañeros. "La persona pasa de una situación de baja demanda a otra en que el organismo reconoce comodesagradable", sintetiza el especialista. A lo largo del año, por una especie de automatismo, el organismo ha reaccionado más o menos satisfactoriamente, ha ido aguantándolo todo, "pero ahora requiere más recursos para enfrentarse otra vez a la situación".