SDLqJuno, ¡bienvenida a Júpiter!”, clamó un técnico de la NASA segundos después de que el centro de control de la misión, en el Jet Propulsion Laboratory (JPL) de Pasadena (California, EEUU), recibiera la primera confirmación de que la nave espacial había ingresado sin problemas en la órbita de Júpiter, el mayor de los planetas del sistema solar. Los ingenieros se abrazaban. “Todo el equipo está emocionado. Ha sido un viaje increíble”, resumió Scott Bolton, investigador principal de la misión.

A partir de ahora, la sonda estadounidense tiene 20 meses por delante para intentar descifrar algunos de los misterios que el planeta gigante esconde bajo su densa capa gaseosa, como la supuesta existencia de un núcleo sólido y su composición, la temperatura o la existencia de agua. La nave, lanzada hace casi cinco años, fue equipada con nueve instrumentos científicos que deberían servir para aclarar estos enigmas, pero al mismo tiempo Júpiter, con su radiación extrema y otros peligros desconocidos, no va a poner las cosas fáciles.

UN DESAFÍO // “La nave funcionó perfectamente, lo que es siempre agradable cuando se está conduciendo un vehículo que ya ha recorrido 2.600 millones de kilómetros”, declaró en un comunicado Rick Nybakken, director del proyecto Juno en el JPL. “La inserción en la órbita de Júpiter fue un gran paso y el mayor desafío de la misión, pero quedan otros retos antes de que podamos dar al equipo científico lo que están buscando”, añadió.

“Con Juno no solo investigaremos el interior del planeta, sino también como nació Júpiter y cómo evolucionó nuestro sistema solar”, afirmó Charles Bolden, el administrador de la NASA. Gran parte de los resultados podrán salir de análisis indirectos como la medición de los campos magnético y gravitatorio, de la radiación y de la temperatura. En una atmósfera tan densa, la cámara en el espectro visible no tendrá mucho juego.

Con puntualidad, a la 1.18 horas, en horario español, Juno encendió sus motores durante 35 minutos para frenar y poder ser absorbida por la gravedad del planeta. Poco después, Juno giró para que la radiación solar volviera a alcanzar los enormes paneles que alimentan sus baterías y le proveen de electricidad. Si no se quería tirar por la borda los 1.100 millones de dólares (990 millones de euros) que ha costado la misión, todo debía funcionar con precisión.

Y así fue: las maniobras, que incluyeron un incremento de la rotación de la nave de dos a cinco revoluciones por minuto, permitieron alcanzar la dirección y la velocidad deseadas. La señal del final de la inserción orbital se recibió en la Tierra a las 5.53 en las antenas en California y Australia. H