Confinados en sus casas, sin posibilidad de acercarse ni siquiera al bar de la esquina a trasegar un par de cervezas para despejarse y preocupados por un futuro incierto, a los ciudadanos ni siquiera les queda el consuelo de soñar con la improbable posibilidad de hacerse ricos con un décimo, un boleto de la primitiva o la quiniela. La fábrica de esperanzas cerró sus puertas a la par que entraba en vigor el estado de alarma a mediados de marzo para frenar la expansión de coronavirus. Y ahí sigue, sin visos de cambio. En medio de la pesadilla, los sueños no son esenciales.

Ahora bien, no todo está perdido, al menos para aquellos que compraron lotería nacional antes del cierre forzoso de este sector por el virus. «¡Que no tiren sus décimos y participaciones!», ruega encarecidamente el valenciano Josep Manel Iborra, presidente de la Agrupación Nacional de Asociaciones Provinciales de Administradores de Lotería.

Y es que los billetes de sorteos que se celebraban próximos al 16 de marzo, el día en que estos establecimientos se vieron obligados a cerrar, siguen vigentes. Iborra recuerda que dichos sorteos serán los primeros que se celebrarán cuando sea posible, cuando acabe el confinamiento. Así que, entre tanta penuria, puede haber entre la ciudadanía potenciales nuevos millonarios. Los dos sorteos clave al respecto, de los que las administraciones ya habían comercializado «muchos décimos», son los del 21 de marzo (el extraordinario del Día del Padre) y el del 28 del mismo mes.