Un mes después de sufrir el Mar Menor su mayor crisis ambiental, que provocó la muerte de unas seis toneladas de peces y crustáceos, solo se han hecho propuestas de recuperación, pero hay pocas actuaciones en marcha.

La sociedad murciana se ha echado a la calle pidiendo soluciones para la recuperación de la laguna salada más grande de Europa, que no admite más demoras, mostrando la rabia y desolación con lemas, tuits, viñetas y campañas en Change.org que han recogido 350.000 firmas solicitando medidas urgentes para reparar este desastre ecológico. Además una manifestación sacó a la calle a 60.000 personas que pedían auxilio para el Mar Menor, para su recuperación ambiental y exigían a los políticos soluciones a la situación que vive desde hace más de 20 años. En estos años el Gobierno regional ha eliminado leyes de protección del Mar Menor, ha impulsado un desarrollo urbanístico descontrolado y ha favorecido un crecimiento irracional de la agroindustria intensiva.

Por otro lado, los pescadores señalan que en el sector los daños son cuantiosos porque no se compran productos del Mar Menor y son 150 familias las que dependen de la pesca. Este colectivo también se ha manifestado porque llevan sin faenar casi un mes y no han recibido la ayuda de 400.000 euros prometida como compensación al paro de las 23 embarcaciones.

SU PEOR MOMENTO

El Mar Menor está en el peor momento de su historia. Las lluvias torrenciales de la gota fría han puesto en evidencia una realidad que se mantenía en el tiempo. La subida de nivel, por el agua procedente de las escorrentías, ocasionó un efecto negativo por la bajada de la salinidad. Esto provoca turbidez y afecta a la flora y fauna porque la luz del sol no llega a los fondos marinos y resultan efectos negativos sobre la vegetación poniendo en peligro el equilibrio del ecosistema. A ello se añade una subida del fitoplancton.

Hace un mes, quince científicos advirtieron que la recuperación de la laguna era imposible a corto plazo debido al exceso de nutrientes en el agua, denominado proceso de eutrofización, que provienen de descargas difusas desde el acuífero, drenajes urbanos y vertidos directos de la agricultura. Se estima que un 85% de la contaminación es agraria y un 15% urbana.

Con esta situación el problema del Mar Menor no se soluciona en el agua sino actuando sobre la tierra. Actualmente se ha cuantificado en mil toneladas de nitratos, 35 de amonio y 100 de fosfato el total de los nutrientes que han entrado disueltos en la laguna y, tras analizar el agua, han comprobado concentraciones de nitratos de 13 mg/litro, cien veces por encima de los parámetros establecidos.

TÍMIDA REACCIÓN

Para paliar esta catástrofe se están dando pasos, pero muy lentos para la urgencia que demanda. En estos últimos días se han llevado a cabo varias actuaciones por parte de la Confederación Hidrográfica del Segura, que ha intensificado las inspecciones y ha resuelto 65 expedientes sancionadores, que afectan a mil hectáreas de regadío ilegal. Estos expedientes los ha remitido al Consejero de Agricultura, Antonio Luengo, para que ese regadío ilegal sea restituido a sus condiciones originales de secano o vegetación natural. Esta medida es necesaria para evitar la entrada de nitratos por arrastre al Mar Menor y quitar presión.

También se ha reparado la tubería que evita la entrada de agua de la rambla del Albujón al Mar Menor y han aumentado las inspecciones para detectar desalobradoras sin autorización.

El Gobierno regional prepara el Decreto Ley para la Protección Ambiental del Mar Menor cuyos principales puntos son: plantar solo agricultura de secano o ecológica en la franja más próxima al Mar Menor, prohibir los purines y lodos como abono y los fertilizantes nitrogenados, seguimiento del estiércol ganadero para las explotaciones en las franjas protegidas, desmantelamiento de los regadíos ilegales, limitación de la pesca, prohibir la navegación sin certificado ECO, moratoria urbanística, revisar y reparar las redes de saneamiento municipales, endurecimiento de las sanciones para cualquier vertido en la laguna y, por último, creación de un sistema de sostenibilidad turística en todo el Mar Menor.

Es muy difícil saber cómo va a evolucionar el ecosistema, pero toda solución pasa por cortar las entradas de agua dulce y de nutrientes, adoptar medidas inmediatas y velar por su cumplimiento.