Susana Jiménez-Murcia, coordinadora de la Unidad de Juego Patológico del Hospital de Bellvitge, advierte de la creciente adicción a los juegos 'on line'. La especialista urge además a educar en el uso saludable de este tipo de productos desde edades muy tempranas.

-¿La adicción a los videojuegos afecta cada vez a más jóvenes y de menor edad?

-Es cada vez más motivo de consulta. La prevalencia en el 2018 ha sido un 3,7% mayor que la observada en el 2005; se ha multiplicado por cuatro.

-¿Qué perfil tienen los pacientes?

-Mayoritariamente varones (90,9%), con estudios primarios (48,9%) o secundarios (45,5%) y solteros (88,6%). Teniendo en cuenta que nuestra Unidad de Juego Patológico es de adultos, la edad media es de casi 23 años, con una edad de inicio del problema a los 19 años.

-¿Algún consejo para los padres?

-Deben hacer un buen uso de las nuevas tecnologías, ya que son modelos de conducta para sus hijos. Implicarse y familiarizarse con ellas, al lado de sus hijos y educar en el uso saludable desde edades muy tempranas. Se desaconseja que los niños y adolescentes tengan los dispositivos en la habitación. No deben utilizarse para aislarse de los demás. Hay que limitar el tiempo y controlar los contenidos, negociar a qué videojuegos va a jugar, cuándo y cuánto tiempo.

-¿Qué limites de tiempo propone?

-Un máximo de 1-2 horas al día, después de tareas escolares. La limitación del tiempo es una de las estrategias de prevención más consensuadas, dado que una gran dedicación es uno de los principales factores de riesgo. Se aconseja monitorizar el tiempo. Una de las características de internet es la capacidad de desconexión del entorno y la disminución de la percepción del tiempo transcurrido. No se aconseja jugar antes de irse a dormir.

-¿La poca conciencia de enfermedad es uno de los agravantes?

-Ese es el gran problema que, en muchas ocasiones, retrasa el diagnóstico y complica la respuesta al tratamiento. Sería aconsejable que los pediatras exploraran también este hábito. Un diagnóstico precoz, tanto de la adicción a los videojuegos, como de los problemas emocionales y trastornos asociados, como ansiedad, depresión, TDAH..., son fundamentales para reducir el fracaso escolar, las dificultades sociales, el aislamiento... que se observan en los pacientes con esta patología.

-¿Qué los hace tan adictivos?

-Los videojuegos con mayor potencial son los ‘MMORPG’, es decir ‘online’, de rol y multijugador. Requieren una implicación muy elevada, en tiempo y dedicación y, como consecuencia, alteraciones en la funcionalidad personal y social. Otros factores de riesgo son los problemas académicos, experiencias vitales traumáticas y estresantes, conflictos familiares, etcétera. También se ha descrito la asociación con determinados rasgos de personalidad, como la impulsividad, dificultades en las relaciones sociales, síntomas depresivos y de ansiedad.

-¿Para muchos es un chute de autoestima?

-Sí, muchos pacientes explican que, en el entorno virtual del videojuego, se sienten hábiles, capaces, admirados, sin responsabilidades y sin la posibilidad de fracasar. Afirman que a medida que te vas implicando más y más, adquieres mayor habilidad y vas progresando a todos los niveles. También de forma progresiva, el videojuego acaba organizando, o desorganizando, toda tu vida, sin espacio para nada más. Por otra parte, dicen que resulta muy frustrante dedicar esfuerzo a alguna actividad, académica, por ejemplo, para que luego acabes con malos resultados. O ya no dedicas atención a esa tarea, porque sabes de antemano que no vas a tener éxito. Por lo que sientes que con los videojuegos tienes el éxito asegurado. Tanto te dedicas, tanto avanzas.

-¿Algunas claves para poder desconectarse?

-El primer reto es reconocer que existe un problema, que se trata de una conducta que se nos escapa de control y que a lo mejor necesitamos ayuda. Aunque es una actividad estimulante y gratificante, debemos pensar en todo lo que estamos dejando de hacer. La familia y los amigos tienen un papel crucial. Es importante comprender, apoyar, no etiquetar, favoreciendo así una primera consulta. Los terapeutas sabrán cómo manejar la falta de motivación y la escasa conciencia del problema. Una pregunta importante será: ¿Te imaginas así los próximos años? ¿Es eso lo que querías?