Primero se apeló a la emotividad y el pasado mes de junio se inundó Tarragona con imágenes de perros adorables ladrando mensajes como: «Prometo serte fiel toda la vida, pero no me hagas recoger mis cacas» o «Ya cojo yo la correa, pero tu recoges mis cacas». Además de carteles y trípticos con estas frases, cuatro informadores recorrieron las zonas más afectadas, regalaron bolsas y concienciaron a los amos de las mascotas de que no hacerse responsable de la suciedad canina perjudicaba a toda la ciudad, pero también a su bolsillo si le sorprendían sin las manos en la masa.

Las ordenanzas de civismo sancionan no recoger las deposiciones de perro con una multa de 100 euros y en los llamados puntos calientes se instalaron carteles de color rojo recordando la cuantía de la multa. Esta fue la primera fase de la campaña. Pero no es suficiente y ahora ha empezado una segunda etapa más resolutiva en la que detectives privados localizarán a los dueños incívicos, fotografiarán la fechoría, con el sitio, el día y la hora, les seguirán hasta sus domicilios y, una vez identificados, tramitarán esta información al departamento de limpieza pública, que la validará y enviará a los infractores la sanción de 100 euros. H