Reconocer a una persona por su rostro ya es algo que hacen las máquinas mejor que los humanos. La tecnología ha evolucionado tanto que por la cara se puede acceder a un avión (Air Europa o Iberia), pagar facturas (Banc Sabadell, Caixabank), abrir un móvil (Apple), una puerta (control de accesos) o evitar una cola. Pero también las máquinas pueden, gracias a la inteligencia artificial, conocer estados de ánimo o enfermedades, y aventurar las intenciones de las personas.

Algunas de estas aplicaciones convertidas en servicios son legales y otras pueden no serlo tanto. Por ello, organismos como el Consejo de Europa o el Tribunal Supremo de EEUU debaten estos días cuáles son los límites de la inteligencia artificial aplicada a la investigación biométrica. Y en ese debate participan desde gobiernos y juristas a usuarios, universidades, científicos y empresas como Google, Amazon o Apple.

Solo para la Unión Europea hay en estos momentos cuatro grupos de expertos elaborando informes y el Consejo de Europa inaugura mañana un foro para clarificar una posición común sobre la inteligencia artificial tras el informe de un grupo de expertos.

«Más que una regulación exhaustiva, la UE está intentando definir un marco ético y un sistema de certificación de la inteligencia artificial que haga que resulte confiable. Como una ISO de la inteligencia artificial que permita crear un marco de confianza. El problema está en que hay una parte inexplicada de esos sistemas, las llamadas cajas negras, que hacen muy difícil la aplicación de derechos como el consentimiento o la reclamación», señala Itziar de Lecuona, subdirectora del Observatorio de Bioética de la Universitat de Barcelona.

GUERRA ENTRE GIGANTES / Resulta difícil detallar a un usuario qué datos se le van a tomar y para qué, porque los sistemas avanzan casi solos. Y además, para que un sistema de inteligencia artificial sea perfecto, necesitaría los datos de todos los humanos, recuerda Andreu Veà, exembajador digital de España. «Es la competencia que subyace entre Google y Amazon con sus asistentes de voz, que comienzan a incorporar también las pantallas: quién ha visto u oido a más personas». O de Facebook y Apple con su reconocimiento de fotos y huellas.

Amazon incluso comercializa un servicio para que las pymes puedan implementar reconocimiento facial usando su tecnología, basado en lo que han aprendido con sus usuarios. Se trata del Amazon Rekognition y forma parte de su Amazon Web Services. Google Cloud no lo ha hecho todavía porque esperan, dicen, a que se pronuncien los legisladores sobre el caso de los usuarios de Illinois contra Facebook, que se encuentra en el Tribunal Supremo de EEUU esperando que decida si podía identificar de forma indiscriminada a todos sus usuarios en las fotos ajenas, a través de las sugerencias de etiquetado, que ya ha restringido.