Donde fuiste feliz alguna vez no debieras volver jamás». Lo escribió el poeta Félix Grande y lo canta Sabina. Y, a pesar de ello, los aficionados castellonenses se ponen en carretera en las horas previas al 7 de julio. De nuevo destino Pamplona. Donde se renace cada mañana a las 8.00 horas durante siete días. Y no hay mayor regalo que ese: la vida.

Un trocito de las suyas se queda cada año en los 875 metros de recorrido, enmarcado entre la gama de grises de los adoquines y del cielo navarro, que ayer descargó en las horas previas al primer encierro de las multitudinarias fiestas. Un reencuentro al que, en el día de San Fermín, se sumaba la ganadería salmantina del Puerto de San Lorenzo, debutante hace un año. Una segunda comparecencia en la que, tras 2 minutos y 37 segundos de carrera, dejó el primer corneado de su corta historia sanferminera.

La felicidad que confiere el burlar a la muerte llegaba tras el cohete y un invierno de espera. La eternidad según se mire. Tan eterno como encontrarse a un toro descolgado en la Cuesta. Una sensación que experimentaron los mozos situados en el primer tramo del encierro después que dos de los astados tropezaran y quedaran rezagados de la manada y también sueltos entre sí. Precisamente en Santo Domingo se registró el único herido por asta de la carrera inaugural, que sufrió una cogida en el glúteo.

Cuatro del Puerto por delante continuaron hacia la plaza del Ayuntamiento, donde uno de los ejemplares volteó a un joven. Así se mantuvo la torada hasta la curva de Mercaderes, en la que el bechinense Antonio Oset y su camiseta del Club Deportivo Castellón se encontraron con los primeros pitones. Los seis toros salmantinos se fueron estirando por Estafeta --siempre con dos distanciados a la cola-- bailaron con cabestros y mozos y fueron modificando sus posiciones.

Samuel Valero, de Almassora y con el rótulo de la peña El Revolcón serigrafiado en la camiseta, intentó tocar toro con el que abría manada, al que seguía de cerca uno de sus hermanos. El tercer y cuarto toro corrieron hermanados y le permitieron a Mateo Ferris, de Onda, firmar una de las mejores carreras de la mañana por la parte derecha del vial. A su lado Antonio, Sisco y David Úbeda, de Caravaca, Ontinyent y Hellín, respectivamente, pero muy ligados a Almassora gracias Juan Luis Marín, que ayer también estuvo cerca de los toros. En concreto del quinto, del que tiró el ondense Joan Varella.

NUMEROSOS TROPIEZOS // Gironero, Pitinesco, Buscapán, Faraón, Tanguisto y Cuba fueron pasando por el callejón, en el que se registraron numerosas caídas, para alcanzar los corrales correlativamente y sin problemas. Los castellonenses volverán este domingo al recorrido, por mucho que reciten o canten los poetas. Ser feliz no tiene reglas.