Cada día tenemos innumerables interacciones sociales, por pequeñas o grandes que sean. Muchas de ellas no pasan del 'buenos días' en el autobús o en el supermercado, pero otras cobran especial relevancia para nosotros. Nos relacionamos con nuestra pareja, con nuestros compañeros de trabajo o con nuestros amigos. Son interacciones que siempre tienen poder sobre nosotros y hacen que nos sintamos de diversas formas. Influyen en nuestras emociones, las restan o las suman, nos otorgan diferentes valores y hacen que la energía baje o suba. Esto puede explicarse desde el ámbito de la Psicología Positiva, con la teoría de Don Clifton.

La 'Teoría del cubo' se basa en cómo nuestras emociones positivas aumentan o disminuyen en función de cómo nos relacionamos e interactuamos con los demás. Es una relación bidireccional donde ambas partes intervienen de forma activa. Esto nos hace ver cómo algunas personas de nuestra vida nos llenan de vitalidad y otras parecen absorbernos la energía. Entenderlo también nos dará el poder suficiente para potenciar lo que queremos y reducir o eliminar lo que no nos guste.

LLENAR Y VACIAR

Cuando nos levantamos cada mañana, contamos con un cubo lleno de emociones positivas que, a medida que pase el día, puede que vaya vaciándose o llenándose. Si me relaciono con una persona y la interacción va potenciando las emociones positivas, el cubo irá teniendo cada vez más contenido. Pasa lo contrario si estoy con una persona tóxica, que gracias a las emociones negativas que proyecta, hará que el cubo vaya bajando. Aunque parece que es algo pasivo, que es el otro el único que tiene el poder sobre nosotros, realmente no es así. Si yo en una conversación potencio las emociones positivas de la otra persona, es decir, propicio a que su cubo se llene, el mío también se llenará. Y si vacío el cubo del que tengo delante, mi propio cubo también bajará de nivel. Ambos cubos se retroalimentan en función de las conversaciones que podamos ir teniendo a lo largo del día en todas las áreas de nuestra vida.

Visualizar ese cubo cada mañana e ir recordándolo a medida que tenemos encuentros con otras personas nos da una idea global de cómo nos relacionamos, las personas con las que nos comunicamos o si hay aspectos a mejorar o potenciar. Si al terminar el día mi cubo se encuentra vacío, ¿qué ha ocurrido en esas horas? ¿He sido muy agresivo o no he puesto límites a los demás? Somos los propios responsables de nuestro cubo, de llenarlo o vaciarlo y está también en nuestra mano poder cambiarlo.

Hay varias estrategias que, una vez que hemos observado varios días qué pasa con el cubo, podemos llevar a cabo para potenciar las emociones positivas y contrarrestar las negativas:

1. Llena el cubo

Fíjate en todos aquellos aspectos que tú sientes que llenan tu cubo, tanto lo que los demás te dan como lo que tú das al resto. Estas partes deben potenciarse y hacer que crezcan. Son la base sobre la que se construye nuestro bienestar.

2. Pon límites

¿Qué aspectos son los que vacían el cubo? Pon límites claros, sé asertivo y corta toda relación que te invada. Eres responsable de cómo te sientes.

3. Sal de tu zona de confort

Cuando nos sentimos invadidos por los demás debido a nuestra ausencia de límites, corremos el riesgo de vivir más encerrados. Exponernos al mundo, salir a la calle y buscar nuevas actividades estimulará nuestros aprendizajes y llenará nuestro cubo.

Ten siempre claro que tienes la máxima responsabilidad sobre cómo te sientes. Lo que otras personas hacen o dicen suele estar basado en lo que tú permites. Poner límites claros, buscar divertirte con los demás o huir de victimismo y quejas nos ayuda a que nuestro cubo y el de los demás esté siempre lleno.