Los casos de pederastia entre los Testigos de Jehová en España no son un caso aislado, ni mucho menos. Y la organización ha hecho todo lo posible por ocultarlo durante años. La sede central de la organización religiosa, situada en Nueva York, envió cartas a todas las sucursales --también a las españolas-- que recogen las instrucciones que la cúpula dio durante décadas para evitar que los casos de abusos a menores de su comunidad salieran a la luz.

Varios extestigos a los que ha tenido acceso El Periódico avalan que las directrices procedentes de Estados Unidos fueron obedecidas en sus congregaciones y un referente mundial sobre esta organización como la estadounidense Barbara Anderson ha confirmado a este diario que su contenido es una simple traducción al castellano de los originales escritos desde Estados Unidos.

Según la fuente consultada, lo más importante de esas misivas es «lo que no dicen». Algo tan simple como «avisad a la policía» no aparece en ninguna de ellas. Su negativa a comunicar estos delitos a las autoridades es algo que les acaba de recriminar la comisión gubernamental de Australia.

Una política de ocultación que encaja con las denuncias presentadas en España por Miguel García o Israel Pérez. También con el relato de Noelia Piris, una mujer localizada por este diario que ha denunciado que fue violada con ocho años y, después, amenazada para que guardara silencio.

Así, en una carta del 1997 remitida a todas las delegaciones se les pide los datos del pederasta y la víctima, así como el grado del delito, pero se pide no compartir esa información con nadie más.