«¡Ay, Dios! ¡Ay, Dios! ¡Ay, Dios santo!» El grito aterrorizado e impotente de un hombre pegado al móvil grabando el puente mientras se hundía sobre el torrente Polcevera captó dramáticamente la jornada de ayer de todos los italianos. Por radio, televisiones, redes sociales... Son las únicas imágenes en directo tomadas mientras se hundía una de las torres y entre 100 y 200 metros de carriles del puente Moranti de Génova. Precisamente el 14 de agosto, cuando millones de italianos se desplazan hacia Francia o Suiza para iniciar las vacaciones o se detienen en Génova para subir a los ferris que viajan a las islas. A lo largo del año, un total de 25 millones de vehículos transitaban sobre el puente hundido.

Sobre la ciudad caía a mediodía de ayer una especie de diluvio universal. «Ha sido un estruendo increíble», relataba un vecino del puente, todavía incrédulo.

Partida en dos

La ciudad se encuentra ahora dividida en dos, con autopistas hacia Milán y hacia Génova bloqueadas y el tráfico desviado por las carreteras nacionales y provinciales. «Es una locura decir que el puente haya caído por un rayo o a causa del temporal, un poco de agua no hunde un puente», sentenciaba el ingeniero Antonio Brencich, quien agregaba que este tipo de estructuras son «un fracaso». «El problema no es que haya o no dinero para mantenerlos en buenas condiciones, sino que sean conservados continuamente por especialistas, porque son estructuras delicadas». Y sentencia: «Hay puentes en activo de los años 20 que no tienen ningún problema».

De los tres puentes que hay en el mundo con las mismas características, supuestamente solo queda uno, en Libia. El de Venezuela se lo llevó por delante en 1964 una petrolera.