Tortugas de hasta 63 kilos o espátulas rosadas habitan un nuevo espacio del Oceanogràfic de València con formas de vida únicas de los ecosistemas de las islas oceánicas, donde la falta de depredadores y la abundancia de comida ha permitido a algunos animales adquirir tamaños enormes.

El espacio representa un recorrido interpretativo con especies vivas y corpóreos --figuras representativas a tamaño real hiperrealistas realizadas en bronce o fibra de vidrio pulida-- de estas islas, que acogen especies gigantes como las tortugas de Aldabra, el dragón de Komodo o el insecto palo de la isla de Lord Howe.

El Oceanográfic alberga ahora algunas de ellas y enseña cinco unidades temáticas con animales vivos y maquetas en las que, a través de la observación, la interpretación y la manipulación, se puede comprender aspectos como el gigantismo, quiénes son los viajeros oceánicos, la evolución de las especies en las islas, los santuarios de aves marinas y la fragilidad de estos ecosistemas.

CONTACTO DIRECTO // El hábitat de flora y fauna se completa con el inicio del programa Animal Ambassador con el que se acercan animales a los visitantes para explicar a través de sus entrenadores sus hábitats y amenazas.

Los animales que forman parte de este novedoso programa son pelícanos, ibis escarlata, espátulas rosadas, garcillas bueyeras, tortugas gigantes de Aldabra, cormoranes y cocodrilos.

El acuario valenciano ha ingresado en la Asociación de Zoos y Acuarios (AZA) americana, la entidad más exigente del mundo en bienestar animal, lo que le convierte en el primer zoo europeo con esta certificación, según anunció su presidenta, Celia Calabuig. Con una inversión de 303.000 euros, el espacio de islas oceánicas se incluye en las inversiones previstas para este año, que ascenderán a 2,8 millones.

El Oceanogràfic ha invertido desde su gestión por Avanqua, de Global Omnium, cerca de 18 millones de euros, además de los 40 millones de canon que paga a la Generalitat Valenciana, informaron Calabuig y el director general, Eduardo Nogués.

Entre las maquetas que ilustran el espacio se encuentra el albatros viajero y el cangrejo de los cocoteros, animales que han llegado a las islas oceánicas, situadas a miles de kilómetros de tierra continental, nadando, flotando, escondidos como polizones en troncos o volando.

En la presentación del nuevo espacio, se dio a conocer a Harried, una tortuga de 8 años y 63 kilos que puede llegar a pesar hasta 200 kg y a los 150 años de vida, una especie en estatus vulnerable por la acción humana, el calentamiento global, la introducción de especies no autóctonas o el comercio ilegal.

De hecho, en el paseo por islas oceánicas hay una zona de residuos, con bidones o armas, para concienciar al visitante sobre el impacto humano en el entorno y poner «el dedo en la llaga» en las consecuencias de la acción humana, según manifestó uno de los responsables de contenidos del espacio, Manuel Toharia, junto a Carlos Benlloch.