En no pocos casos, la adicción puede más que el miedo al coronavirus. La droga está detrás de numerosas violaciones del confinamiento, sobre todo de las reincidentes, explican fuentes policiales.

En el día 14 del estado de alarma, las Fuerzas de Seguridad del Estado llevan 1.534 detenciones y 180.387 denuncias a personas que salen sin motivo. Este fin de semana la cifra subirá. Y de nuevo una parte de las denuncias no se deberá tanto a la ignorancia como a la necesidad de pillar marihuana, hachís, cocaína, heroína o pastillas.

Las desobediencias proliferan cuando las reservas domésticas de drogas escasean. No es posible contar los casos, porque los policías no tienen tiempo de anotar estadísticas de motivos de quienes quiebran el confinamiento.

En ausencia de cifras oficiales, el olfato de los agentes: «Llevo un aluvión de denunciados», dice J. G. suboficial de la Guardia Civil apostado cerca del domicilio de un camello, en València. «Y cuanto menos les dejas vender, más clientes vienen», añade.

«Algunos se esconden en el maletero del coche. Otros salen con un ticket del super del día anterior, y otros llevan un pan seco en una bolsa para hacernos creer que vienen de la compra», relata un compañero del anterior, que patrulla en los pueblos que rodean a la ciudad de Alicante.

El intento de trapichear no es cosa solo de jóvenes. El día 25 lo contó la Policía Foral navarra. En Villafranca, cerca de Tudela, denunciaron tres veces por desobediencia y resistencia a la autoridad a una octogenaria sentada a la puerta de su casa. Llevaba en un bolsillo doce dosis de speed en tres bolsitas, seguramente para venta, pese a que ella declaró a los agentes: «Estoy aquí, guardándole el speed a mi nieta».

Al día siguiente, uno de los detenidos por ese cuerpo policial en Tudela no solo iba sin carné en su coche: conducía ebrio de speed y cannabis. Llevaba días seco y había decidido darse un atracón.

En la calle, el menudeo de droga se ha hecho más discreto, y los precios han subido un 100%. Los adictos quedan con su camello aprovechando salidas a por el pan, relata un consumidor.