El mar Mediterráneo cimenta año tras año, naufragio tras naufragio, el macabro título de cementerio de Europa. Solo en estos primeros meses del 2018, 21.981 personas trataron de llegar al territorio de la Unión Europea por mar, y 606 quedaron en el camino. De esa cifra, 217 corresponden a migrantes que intentaron alcanzar las costas españolas. Esas muertes suponen ya el 20% de todas las registradas en las diversas fronteras del planeta, según los datos que maneja la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), un organismo dependiente de la ONU que estima que desde el 1 de enero al 1 de mayo de este año 1.008 migrantes y refugiados han perdido la vida al tratar de cruzar fronteras en todo el planeta.

Los datos de las distintas asociaciones para el control de las migraciones constatan que el Mediterráneo, el paradisíaco lugar de vacaciones de millones de personas, es una de las fronteras más peligrosas de todo el planeta, y el cómputo sigue en ascenso. El Mediterráneo representa el 60,1% del millar de muertes contabilizadas en estos primeros meses del año, con 606 fallecidos según la OIM. Unas cifras muy alejadas de otros destinos considerados problemáticos en este aspecto, como puede ser la frontera de México con EEUU, donde se contabilizan 66 víctimas mortales en estos primeros meses del 2018.

Las cifras generales dibujan un Mare Nostrum con tres vías claras, entre las que España experimenta una tendencia al alza en los últimos años. En la ruta oriental, la de Grecia, se contabilizan hasta el 1 de mayo 8.067 migrantes y refugiados rescatados y atendidos, y se registran 19 muertes. Por el contrario, a España, la ruta occidental, llegaron muchas menos personas por mar, 4.400 según la OIM, pero el número de fallecidos se disparó a 217 personas. La ruta central, la de Italia, hasta el 1 de mayo de 2018, fueron rescatadas 9.467 personas y se contabilizaron 370 muertes.