Satisfacción, euforia y aluvión de ofertas procedentes de ciudades ucranianas para acoger el año que viene el Eurofestival. Indignación, denuncias y llamamientos de dirigentes políticos pro-Kremlin a boicotear la cita eurovisiva del próximo año. Como era claro y manifiesto desde el mismo sábado noche, al veterano concurso musical le ha seguido una prolongada resaca política para digerir el resultado en Kiev y Moscú, enfrentados desde el 2013 en un conflicto que ha causado ya 9.000 fallecidos. El triunfo de Jamala, la representante de Ucrania, precisamente con ‘1944’, una canción sobre la deportación de la minoría tártara de Crimea por parte del régimen de Stalinen las postrimerías de la segunda guerra mundial, ha dejado indiferente a muy pocos a uno y a otro lado de la frontera común entre ambos países vecinos.

Jamala fue recibida este lunes entre vítores y con banderas nacionales por centenares de fans en el aeropuerto de Kiev-Borispol. Para Ucrania, que no solo padece una profunda recesión económica desde el estallido del conflicto en el 2013, sino también la pérdida del control efectivo de parte de su territorio en el este y el sur del país, el triunfo eurovisivo ha tenido efectos terapéuticos, que permiten al país reforzar la autoestima.

El presidente ucraniano, Petró Poroshenko, felicitó a la artista mediante un mensaje difundido en su cuenta de twitter. “Hoy su voz ha hablado al mundo de parte de todo el pueblo de Ucrania: la verdad siempre acaba por prevalecer”, ha escrito. La cantante ha declarado emocionada, en el mismo aeródromo kievita, que su triunfo permitía por fin dar a conocer las historias de los“tártaros de Crimea” y “de Ucrania”.

POR LA FUERZA

La abuela de Jamala fue una de las más de 200.000 personas enviadas por la fuerza a Uzbekistán durante la contienda mundial por el dictador soviético Josif Stalin, que les acusaba de colaboracionismo con la ocupación nazi. Solo fueron autorizados a regresar una vez la perestroika ya estaba en marcha, en 1989; decenas de miles de personas murieron durante el viaje o en el exilio en las estepas asiáticas. Tras la anexion rusa de la península en el 2014, el grueso de la minoria tártara crimeana, compuesta por 300.000 personas, ha rehusado aprobar las acciones del vecino país, lo que ha motivado que Moscú finalmente en abril prohibiera al Majlis, la asamblea popular tártara.

Moscú, en cambio, ha encajado la victoria ucraniana con comentarios irónicos y peticiones al liderazgo del país para que no envíe representantes el año que viene a Ucrania, que por derecho deberá acoger el concurso. La portavoz del Ministerio de Exteriores,Maria Zajárova, llegó a decir en Facebook que su país, el año que viene, debería participar con una canción sobre el dictador sirio, Bashar el Asad, para la que incluso propuso una letra en inglés: 'Asad sangriento, Asad, el peor, dadme el premio, así puedo celebrar (el festival el año que viene)'.