Es sábado y amanece en València, el sol empieza a iluminar las Torres de Serranos, una de las antiguas puertas de entrada a la ciudad, y casi 1.300 personas se asoman por las enormes puertas de la fortificación. Ellas delante y ellos detrás, desnudos todos.

Es el tercer trabajo en España de Spencer Tunick, tras pasar por Barcelona y por San Sebastián. En esta ocasión el fotógrafo estadounidense ha pedido a la gente que se quite la ropa para hablar de empoderamiento femenino. «Esto iba de dar más poder a la mujer en València, en España y en Europa», resume el estadounidense al acabar y tras resaltar que «sus derechos están por debajo de los de los hombres». «Estos trabajos tienen una narrativa abstracta del empoderamiento de la mujer y de una especie de nuevo comienzo», explica.

Para reflejar esta nueva era, Tunick pone al mando a las mujeres y a los hombres en un plano inferior, concretamente en el suelo. Para los primeros disparos, que hace desde una grúa, ellos están tumbados o arrodillados y la actitud de ellas varía. Indiferentes, mirando hacia otro lado, dominantes, con sus pies sobre las espaldas de los hombres, o colaboradoras, ayudándoles a levantarse. Nuevos tiempos en escenarios viejos. «Quería usar escenarios históricos porque quería dar la idea de que el pasado está cambiando y ofrecer nuevas ideas del enraizamiento de la mujer relacionadas con el pasado», apunta el fotógrafo. De hecho, en el último disparo, ya con los primeros y asombrados vecinos saliendo a por el pan o a correr, las mujeres se convierten en las raíces de un enorme y antiguo ficus que hay junto a las emblemáticas Torres.

EXPERIENCIA INCREÍBLE // «Me he sentido cómoda pese a que nunca había estado desnuda delante de tanta gente, pero casi ni me daba cuenta de que lo estaba, era lo menos importante. Se respiraba un ambiente de seguridad. Todos hemos venido un poco a ciegas y ha sido increíble», cuenta Eli García, una participante. «No hay ninguna foto --confirma Andrés Peraita, otro modelo-- en la que los hombres no hayamos estado tumbados, arrodillados o en el suelo. Ha sido muy bonito».

La jornada no estuvo exenta ni de frío, unos siete grados cuando ha empezado la sesión y diez cuando ha acabado, ni de sueño. Estaban citados a las cinco, aunque un par de horas antes ya había arrancado el dispositivo de limpieza y corte de tráfico. Las últimas en llegar al Centro del Carmen, el museo que servía de base de operaciones, fueron las mujeres, sobre las ocho y media. Minutos antes lo hicieron los hombres que las recibieron con aplausos. Es el punto final de una experiencia única. Dentro de tres meses llegará el resultado final.