Ha empezado la cuenta atrás para los amantes del chocolate? Habrá que esperar al año 2020 para tener la respuesta. Sin embargo, en esa fecha podríamos enfrentarnos ya a un posible déficit de cacao, porque probablemente habrá más demanda que producción. Las primeras noticias en torno a la hipotética escasez se remontan a finales del 2014, cuando la multinacional del sector Barry Callembaut publicó una preocupante nota de prensa a partir de un análisis de las tendencias del mercado.

¿Tan negro es el futuro del cacao? “La fecha del 2020 es una fabricación mediática, no puede decirse que sea un asunto serio para quien trabaja en el sector”, afirma la analista Pamela Thornton. Pese a todo, admite que hay incógnitas sobre su futuro. “Este año llegará el fenómeno El Niño a Ecuador e Indonesia y estamos notando un clima más seco de lo normal en África Occidental. Posiblemente veremos una escasez de cacao sustancial, de unas 250.000 toneladas, la más alta en varios años”, concluye. “Mientras tanto --añade la experta-- la demanda crece un 2 % anual”.

El futuro del cacao es un rompecabezas: depende de variables como nuevos modelos de producción, el cambio climático y el incremento del consumo en países asiáticos. Distintos expertos ya han lanzado la voz de alerta.

EL ORO DE LOS TUPINAMBÁ // En Brasil, Glicélia Jesus Da Silva, líder del pueblo indígena tupinambá, camina por los senderos repletos de árboles de cacao en Serra do Padeiro, al sur de Bahía. Son tierras protegidas por los que llaman Encantados, espíritus de sus antepasados reencarnados en árboles centenarios. Es profesora en la escuela y portavoz de la comunidad, que se sustenta principalmente a través de la producción y venta de cacao.

Este fruto generó la fortuna en el sur de Bahía, sobre todo la de los latifundistas, a costa de las malas condiciones laborales de los trabajadores. Brasil era el segundo exportador mundial hasta que un acto de bioterrorismo destrozó los cultivos. La culpable fue la vassoura de bruxa, hongo amazónico introducido en la región a finales de los años 80, supuestamente por productores de cacao africanos. El 80% de las plantaciones se perdieron. Más de 250.000 trabajadores rurales se quedaron sin trabajo, emigraron a las ciudades y construyeron barrios de chabolas. “Algunos hijos del cacao ahora venden crack en las favelas”, cuenta Daniel Piotto, profesor de la Universidad Federal do Sul da Bahía.

Hoy Brasil produce cacao principalmente para abastecer el consumo interno. Pero como un ave fénix está resurgiendo de sus cenizas. “Las crisis no siempre son el fin del mundo. Hoy se puede ver el lado positivo de la vassoura”, explica Gerson Marques, secretario ejecutivo del Instituto Cabruca, organización especializada en desarrollo cacaotero. “Movimientos sociales, pueblos indigenas y cooperativas familiares tuvieron la oportunidad de apropiarse de la producción, ocupando tierras abandonadas por los latifundistas que se marcharon con deudas o comprándolas a bajo precio. Comenzó así la era del chocolate”.

Hacia el oeste, a lo largo de la línea del ecuador, el peligro para el futuro del cacao viene desde el mar. Se trata de El Niño, fenómeno atmosférico generado por el calentamiento de los océanos que causará lluvias y sequías anormales durante el próximo trimestre. Un drama que mantiene en vilo a gran parte de los productores de cacao ecuatorianos. Entre ellos, Servio Pachard, cultivador de cacaoteros desde hace cuatro generaciones. En sus bosques centenarios, él produce el chocolate orgánico To’ak, considerado por la revista Forbes como el más caro del mundo; a 260 dólares (240 euros) los 50 gramos. “Está llegando el Niño. Los pronósticos dicen que será algo similar al de 1997. Fue la peor crisis que he soportado”, dice Servio. H