Todavía no está claro cuándo ni cómo llegará la futura vacuna contra el covid-19. Pero el debate sobre su reparto ya está aquí. La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha puesto sobre la mesa dos propuestas. La primera, para priorizar la vacunación de los sanitarios, los grupos de riesgo y los mayores de 65. Y una segunda, para distribuir dosis en función de la población de cada país. Ahora, una veintena de expertos en filosofía y ética reclaman a través de la revista Science que el reparto de las vacunas priorice las naciones más desfavorecidas, donde la pandemia puede causar más muertes y daño económico.

El debate se intensifica ante la expectativa de que las primeras dosis podrían llegar a finales de este mismo año. Al menos así lo anunciaron algunas de las compañías que lideran esta carrera y que ya están testando sus inyecciones a gran escala. Mientras, gobiernos de todo el mundo se enzarzan para asegurarse estos fármacos. China y Rusia ya han patentado sus respectivas fórmulas, a pesar de que todavía no se haya demostrado su seguridad y efectividad. Y, desde Estados Unidos, Trump afirma que tendrá lista una vacuna antes de las elecciones presidenciales de noviembre.

«Estamos ante una peligrosa prisa por ver quién es el primero en llegar a la meta de la vacuna», alerta un reciente editorial de la revista Science . La competición por ver qué país es el primero en patentar una inyección o quién es el que más dosis reserva se ha convertido en un sentimiento de «nacionalismo de vacunas», que se refleja tanto en la política como en la opinión pública. Pero «el derecho de las personas a acceder a unos recursos que salvan vidas no debería depender de su nacionalidad», reclaman los expertos desde una perspectiva ética.