El fuego sigue devorando, por quinto día consecutivo, el sur de California. Desde el lunes se han declarado seis incendios en cinco condados que han consumido ya casi 64.000 hectáreas, han forzado más de 200.000 evacuaciones, han destrozado cientos de casas y amenazan a decenas de miles más. En respuesta a la crisis y a la petición del gobernador, Jerry Brown, el presidente de EEUU, Donald Trump, ha aprobado una declaración de emergencia, lo que permite movilizar la ayuda federal y coloca al Departamento de Seguridad Nacional y la Agencia Federal de Gestión de Emergencias al frente del combate. Y es una lucha que no puede detenerse. Cerca de 5.700 bomberos, algunos llegados de fuera de California, trabajan para frenar los fuegos, pero ayer por la mañana solo estaba controlado un 10% del incendio Thomas, el mayor de los seis. Desde el lunes asola 53.000 hectáreas en el Ventura, al norte de Los Ángeles, y ayer avanzaba hacia Santa Barbara.

El Lilac, que arrancó el jueves en el condado de San Diego, se propagaba extremadamente rápido el jueves por la noche, forzando nuevas evacuaciones masivas. Y Ron Lane, encargado de seguridad pública, advertía: «En ningún caso estamos cerca del final de esto, hay miles de casas en el camino del fuego». La situación sí mejora en el exclusivo barrio de Bel Air de Los Ángeles.