Hay muchas clases de diamantes, de diferente tamaño, forma y figura. Pero normalmente son clasificados por colores, en una escala gradual que abarca desde la D (totalmente incoloro) hasta la Z (de color amarillo o marrón claro). En Ginebra, Suiza, donde saben bastante de estos temas, fue subastado el martes un collar del que pende un diamante color D de 163,41 quilates y sin ninguna fisura, el mayor jamás subastado.

La joya se adjudicó por valor de 33,5 millones de francos suizos (unos 28,8 millones de euros), un récord absoluto para esta piedra preciosa. Y eso que la pieza, de la joyería suiza Grisogno, salió a subasta a un precio de 20 millones de francos (17,2 millones al cambio), 13 millones menos de los que finalmente se ofrecieron.

De Angola a Ginebra

Este diamante, de talla esmeralda y un color D muy poco frecuente, es uno de los más excepcionales jamás exhibidos por la famosa casa de subastas Christies's, según el responsable de joyas de la misma, Rahul Kadakia. Esta pieza fue encontrada en una mina de Angola, y fue extraída de una piedra original de 404 quilates. De ahí viajó a Amberes (Bélgica), para ser tasada y valorada, y posteriormente fue tallada en Nueva York por 10 especialistas que pulieron y cortaron con láser la gema.

En Ginebra, el diseñador de Grisogno, Fawz Gruosi, junto con su equipo crearon unos 50 diseños diferentes en torno al diamante. En febrero del año pasado, coincidiendo con el primer aniversario del hallazgo de la piedra, se decidieron por el diseño actual: un collar asimétrico que lleva en el lado izquierdo 18 diamantes con corte esmeralda y en el derecho dos filas de esmeraldas en forma de pera. A la joyería le llevó cerca de 1.700 horas crear el collar, una labor que requirió el trabajo de 14 especialistas.

Más joyas históricas

En la subasta hubo otra estrella, un diamante histórico colorado denominado 'El gran Mazarín', una gema rosada de 19,07 quilates que fue adjudicada por 14,4 millones de francos suizos (unos 12,4 millones de euros). El diamante llega así a una colección privada tras pertenecer al cardenal Mazarín (1602-1661), a Luis XIV de Francia, a Napoleón I, a Carlos X, a Eugenia de Montijo, y al barón de Derwies, entre muchos otros.