El cerebro está protegido por una muralla defensiva formada por miles de células compactadas, la llamada barrera hematoencefálica, que permite la entrada selectiva a través de la sangre de las moléculas beneficiosas, como pueden ser nutrientes, iones y hormonas, e impide las de peligrosos patógenos. Sin embargo, esta defensa natural tan provechosa, descubierta por la ciencia hace ya un siglo, deja también fuera del cerebro la mayoría de los fármacos concebidos para tratar tumores, alzhéimer, infartos, epilepsia o cualquier otra enfermedad cerebral. No pueden entrar o, como mínimo, no entran de manera eficiente. Y eso, obviamente, es un grave problema.

Actualmente se trabaja en diversas estrategias para superar la barrera hematoencefálica, pero una particularmente singular es el uso de un compuesto inspirado en el veneno de la abeja que funciona como un caballo de Troya, es decir, no solo supera las defensas, sino que lo hace llevando a cuestas el fármaco. Lo ha desarrollado el grupo de Ernest Giralt y Meritxell Teixidó en el Institut de Recerca Biomèdica de Barcelona (IRB Barcelona) y ya ha sido probado con éxito con ratones.

«Trabajamos en el diseño de moléculas que aprovechen el sistema de transporte y sorteen la barrera, que solo pase la molécula cargada el fármaco», resume el investigador de este reciente estudio Benjamí Oller-Salvia.