Solo han pasado tres meses y una semana, apenas un suspiro, pero la intensidad brutal de estos 98 días de estado de alarma ha acabado deformando la percepción que tenemos de este tiempo tan extraño y cruel. Queda tan lejos aquel comunicado del Gobierno anunciando que debíamos encerrarnos en casa y el pánico de los primeros días de confinamiento ante las noticias del contagio del coronavirus que desde aquí parecen retazos de otra vida.

De esta pandemia, cada individuo se quedará con su recuerdo personal e intransferible, aunque todos envueltos en un sentimiento compartido de extrañeza, desasosiego y espanto. Ana, Carmen, Francisco, Mónica, Isaac y Odette, las personas que han accedido a contar sus experiencias de estos meses, añaden a esa sensación la huella imborrable que el virus ha dejado en sus vidas.

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